Por Francisca Chávez para Argentina de Red
Audio en voz de la autora al final del poema
Mama Cora, coral corazón
yo no la conocía,
pero se parecía a María.
Miraba mis herejías,
y, paciente, corregía.
“Siembra con constancia”,
-me decía con astucia-
para futura abundancia,
de rimas profundas.
María Elena Walsh, (1 de febrero de 1930 – 10 de enero de 2011)
Me lo decía siempre
pero yo no era su hija,
yo aprendía a hacer poesía
mientras decía “madre mía.”
El corazón de la tinta
se enrojecía en corales,
que formaban la barrera,
en la que resistes los males.
En marejadas que marean,
de la orilla te alejabas
para cuidar la frontera,
de la vida que se alejaba.
Te mantuviste al margen
de una imagen que tú viste
y tuviste entre tus manos
que en poemas escribiste.
Alfonsina Storni, (n. 29 de mayo de 1892, Capriasca, Suiza y fallecida el 25 de octubre de 1938, en Balneario La Perla, Mar del Plata)
Lloro sin conocerte,
por tu pérdida profunda.
Me asusté de repente,
cuando leí tu nombre en su tumba.
Me asusté porque sos mi madre
y no querría que te fueras nunca.
Hermanos he perdido varios,
En caminos que se bifurcan.
En tus alas de poesías
me dijeron que te encontraría:
¡mágica corsaria del corazón!!
que Cora te llamarías.
que Cora te llamarías…
“Tenés que conocerla”,
me dijeron que me gustaría.
Es la mamá de los poemas:
si fueras Cristo lo sabrías.
Viviré eternamente
-para siempre agradecida-
Dios te salve de las rimas,
que propagan soledades.
Porque tú eres la luz,
que en silencio nos cuida
para que no vayamos suicidas,
subiéndonos a la cruz.
Por eso mi sorpresa,
cuando pensé que habías muerto.
Parecía un cuento de otra tierra,
que llega a mí en el destierro.
Mil y una noches de caminos,
caminando bajo las estrellas
que bellas alumbran recorridos,
que se estrellan en poetas.
No te vayas sin besarme,
en mi mejilla que lagrimea.
No me dejes sin que te lea,
esa línea que aún no llega.
Porque si me siento poeta,
esta vez yo te elijo de madre.
No soy tu hijo pero en letras,
el acertijo es el mismo y lo sabes.
Yo no la conocía.
Me lo decía siempre
que en marejadas que marean
lloro sin conocerte.
En tus alas de poesías
viviré eternamente.
Por eso es mi sorpresa:
no te vayas sin besarme.
Minibío sobre la autora:
Francisca Chávez nació en la Capital de Córdoba, (Argentina) el 13 de abril de 1987, en el seno de una familia católica conservadora. Conoció el rechazo y muy prontamente la calle. A los 18 llegó a El Bolsón, en la provincia de Río Negro, donde aún vive y trabaja de artesana.
Tras padecer una relación abusiva de casi 11 años y atravesar todo tipo de adicciones llegó a Iñaki Piñuel y a la Psicología del trauma, y haciendo terapia EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) y luego de procesar y desensibilizar el trauma, de repente comenzó a escribir poesía que aún busca rapear.
Producto de esas adicciones causó un siniestro vial en enero del año 2011 en el que perdieron la vida Juan Schott, Eugenio Tetriakov y Nehuen Marino. Tras pasar 2 años y 8 meses privada de libertad y después un arduo trabajo de recuperación, hoy se llama a sí misma ‘’poeta’’ y busca a través de la escritura y la psicología ayudar a sanar las heridas que a sí misma curó por medio de las letras.
Este poema es un homenaje a “Mamá Cora”, Cora Gravas, poetisa, de El Bolsón, (Río Negro), Argentina. También va este homenaje a Mamá Cora, personaje encarnado por el maestro Antonio Gasalla, en Esperando la carroza. Se suman homenajes a poetas y escritoras argentinas, aludidas intertextualmente por su autora en este poema.