Homenaje a Rodolfo Ortega Peña

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Actualidad del Pensamiento Nacional en el Cincuentenario del <<año de la Peste>>

Cobertura por Argentina en Red

Enlace a la grabación del Encuentro al final del artículo

El Homenaje al pensador, militante y activista por los DDHH, Dr. Rodolfo Ortega Peña, tuvo lugar el 22 de agosto en el Edificio Ortega Peña, en el marco de la 3a jornada del Ciclo de Conferencias sobre la Actualidad del Pensamiento Nacional en el Cincuentenario del año de la “Peste”, en donde se presentó el libro de Eduardo Luis Duhalde y Luis Alén: “Tribuno de la plebe. Vida y muerte de Rodolfo Ortega Peña”. Contaron con la presencia del rector de la universidad, el Mtro. Daniel Bozzani, del compañero Luis Alén, del Lic. Alfredo Ossorio y de Marcelo Duhalde, hermano del fallecido Eduardo Luis Duhalde.

El 31 de julio de 1974 fue asesinado Rodolfo Ortega Peña. El pensador y político había sido diputado, historiador revisionista, abogado defensor de trabajadores y de presos políticos, entre otras diversas actividades al servicio del pueblo y la nación. A lo largo de toda su vida mantuvo una relación personal y profesional con Eduardo Luis Duhalde. Los dos abogados, historiadores y periodistas, desarrollan una importante prédica cultural y doctrinaria.

Coordinadora:

¡Hola! Bien. Buenos días. ¡Qué bueno que ya estamos aquí a sala llena! Así entonces: Bienvenidos a todos y a todas quienes se encuentran presentes en este Tercer Encuentro del ciclo de Conferencias del Cincuentenario del año de la Peste aprobado por la resolución del Consejo Superior número 77 de este año, lo que lo declara de Interés para toda la Comunidad. Se trata de un espacio que rememora las obras, los aportes y la militancia de grandes pensadores nacionales y latinoamericanos como Juan Perón, Arturo Jauretche, Silvio Frondisi, José Hernández Arregui, el padre Carlos Mujica, Alfredo Terzaga y Rodolfo Ortega Peña, sin duda intelectuales comprometidos con los problemas del campo nacional y popular cuyas ideas se reactualizan en el presente. ¿Por qué este nombre? Se preguntarán algunos de ustedes. Es que el 2 de julio de 1974, un día después del paso a la inmortalidad del presidente Juan Perón, el pensador nacional Jorge Abelardo Ramos afirmó que era el <<año de la peste>> por la pérdida de los pensadores mencionados. Damos continuidad así a esta serie de siete encuentros que comenzó con el homenaje a Arturo Jauretche, continuó con el homenaje a Juan Perón y nos encuentra con Rodolfo Ortega Peña, para seguir sosteniendo debates siempre necesarios, pero tal vez en esta coyuntura nacional más urgentes que nunca. Se trata de una actividad impulsada y coordinada por el Departamento de Humanidades y Artes del Centro de Estudios Históricos, el Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte y la Secretaría de Investigación y Posgrado de nuestra Universidad.

Rodolfo Ortega Peña, su vida y su obra constituyen una referencia ineludible en la historia y en la política nacional latinoamericana de ayer y hoy. Recordemos que el 31 de julio de 1974 fue asesinado el pensador y político que había sido diputado historiador revisionista, abogado defensor de trabajadores y de presos políticos, entre otras diversas actividades, al servicio del Pueblo y la Nación. En esta tercera jornada del ciclo se presentará además el libro de Luis Eduardo Duhalde y Luis Alén, <<Tribuno de la Plebe. Vida y muerte de Rodolfo Ortega Peña>>, finalizado por el aquí presente compañero Alén tras la pérdida física de Duhalde.

Queremos agradecerle al panel por acompañarnos en este homenaje tan especial. Así agradecemos entonces al señor rector de la Universidad Nacional de Lanús, el maestro Daniel Bozzani aquí presente; a Alfredo Ossorio, también docente investigador y autoridad de nuestra Universidad, a Marcelo Duhalde y a Luis Alén, director de la Licenciatura en Justicia y Derechos Humanos de nuestra Universidad. La participación de quienes se acercaron hoy de manera presencial y a través del Canal del Departamento de Humanidades y Artes en YouTube, donde pueden estar hoy conectados también y participando. La comunidad en general demuestra la necesidad y el interés por recuperar la obra y el valor del pensamiento de Ortega Peña para traerlo a nuestra realidad. Agradecemos también por supuesto al resto de autoridades presentes, directores de Departamentos de nuestra Universidad, Francisco Pestanha, Mariana Ugarte, Aritz Recalde y Elena Boschi. A los secretarios Marcos Mele, Gustavo Souto, entre otros al director del Centro de Estudios de Integración Latinoamericana Manuel Ugarte, Francisco Cafiero; también a Gustavo Palmieri aquí presente y por supuesto a los trabajadores docentes y no docentes, a las y los estudiantes y a la comunidad en general. Luego de esta pequeña introducción, vamos con un videíto. Vamos a comenzar la actividad (si puede ser) les habla Rodolfo Ortega Peña, peronista, candidato a diputado nacional por la Capital Federal por el Frente Justicialista de Liberación. Este año que ha ocurrido, que ha transcurrido, ha dejado como saldo y como símbolo de la dictadura militar la Masacre de Trelew ; dieciséis argentinos que luchaban por una Patria liberada, por una Patria peronista fueron masacrados por las fuerzas de la represión.

Disertantes del 3er Encuentro: <<Actualidad del Pensamiento Nacional en el Cincuentenario del <<año de la Peste>>>>.

Discurso de Ortega Peña

(Enlace a la grabación del Encuentro al final del artículo)

“Desde la banca nos comprometemos a investigar hasta su últimas consecuencias ese hecho y demostrar terminantemente lo que todo el pueblo sabe: que fue el ejército de ocupación quien fusiló a esos patriotas. Como hace 16 años fusiló al general Valle y en José León Suárez a otros tantos patriotas que luchaban por su liberación. Soy Eduardo Duhalde, secretario de Agrupación de Abogados Peronistas. Nosotros, los que hemos estado y estamos en contacto permanente con los prisioneros de nuestro movimiento y todos aquellos que encarnan las posiciones populares, sabemos bien que estas elecciones del 11 de marzo no constituyen una concesión graciosa del sistema, sino que se le han arrancado esos combatientes (los muertos y los que están prisioneros), en 17 años de lucha sin cuartel, y tenemos la seguridad, precisamente, porque son ellos los que han gritado este triunfo multitudinario del 11 de marzo que nuestros representantes en la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación garantizarán la Ley de Amnistía. Más allá de todo tipo de presión o de que el gobierno militar quiera dejarnos en estas leyes -trampa que está preparando (y además sabemos como abogados que es imposible una verdadera justicia dentro del tipo de Sistema Burgués)”.

“Este acto del Peronismo al Gobierno y al Poder (porque realmente sólo un socialismo nacional, el los medios de producción, que esté en manos de los trabajadores peronistas garantizará por fin un orden y una justicia definitiva a salvo y resguardo de cualquier contra-revolución gorila [Aplausos]. Le han entregado el petitorio y los diputados se han comprometido a asumir el problema y hacer todo lo posible dentro de este marco limitado (como saben ustedes) que es el Parlamento pero han sido atendidos, han comprendido la justicia de la lucha, la insalubridad absoluta que hay en SUT que es una de las empresas más fuertes monopólicas del grupo JOSIL que explota sus obreros en la forma más lamentable que puede ocurrir en la Argentina. Este petitorio ha sido recogido en el Congreso y será movido del Congreso el problema. Pero una vez más queremos recordarla: la lucha no se libra en el Congreso, sino que la libran los propios trabajadores: Sólo el Pueblo salvará al Pueblo”.

No debemos olvidar esto: Rodolfo Ortega Peña, diputado del pueblo, abogado de presos políticos, apoyó siempre a los obreros en conflicto, buscó siempre la unidad entre la izquierda combativa y los sectores revolucionarios del peronismo. Fue asesinado el 1o de agosto de 1974 por la siniestra organización paramilitar las Tres A, pagadas y armadas por este gobierno propatronal y proimperialista. Esta película es nuestro homenaje, compañero Ortega Peña ¡Presente! Bien. Luego de tan hermoso y valioso registro audiovisual histórico, le damos la palabra al señor rector de la Universidad Nacional de Lanús, Director de Orquesta de Cámara y Académica maestro Daniel Bozzani.

Maestro Daniel Bozzani

Buenos días. Yo iba a empezar un poco más sonriente… pero ¡bueno! sí, los videos y este este pensamiento vivo de Rodolfo nos invitan a una una reflexión, un poco más: a una introspección, mejor dicho más más profunda. Bueno queridos amigos, familia y miembros de la comunidad universitaria: Muchas gracias a todo el equipo del Centro Ugarte que con todos nuestros notables y noveles compañeros, pensadores e investigadores docentes y no docentes hemos encarado estos homenajes que tienen el denominador común de ese año fatal de 1974; así que agradecemos, ya fue nombrado acá el compañero Francisco Cafiero, Director del Centro y todos los coequipers: Aritz, Marcos y Facundo. Me imagino y Juan y todos los que hicieron posible toda esta serie de Encuentros; para mí es un honor estar acá en esta mesa compartiendo con Luis y el compañero Ossorio y Marcelo y con usted también. Obviamente que ella es una gran este hacedora de los programas de radio de “Esquina América” del Centro Ugarte. Es un honor para mí saludarles en nombre de la Universidad Nacional de Lanús para rendir homenaje a la vida de Rodolfo Ortega Peña y presentar estas cuidadas páginas de Eduardo Luis Duhalde, que concluye y publica nuestro querido amigo Luis Alén. Eduardo y Rodolfo son figuras fundamentales en la historia reciente de nuestro país y sin duda una inspiración para todos nosotros; hombres protagonistas hoy porque sus vidas estuvieron marcadas por una profunda pasión por la justicia y el compromiso con la verdad. Lo primero de todo que quería compartir es decir que estamos bajo este techo que calienta un poco, un edificio emblemático y que nos cobija de la lluvia también de este agosto de invierno bastante húmedo y frío, como siempre, un aula con mucha con muchas historias y muchos sentidos ¿eh? No puede ser mejor lugar estar aquí hoy para rendir este homenaje. “Estamos en el Ortega Peña, como simplificadamente solemos nombrarlo todos. “Estamos en el Ortega Peña” porque va de suyo y porque así homenajeamos a los pensadores y hombres y mujeres imprescindibles de la historia y del pensamiento argentino latinoamericano y así fueron para los que vienen por primera vez a la universidad o para quienes están escuchando del otro lado a través de nuestros canales de comunicación audiovisuales que todo nuestros edificios están nominados y nombrados, y todos los días nos recuerdan algún valor. Recién escuchábamos en el video la muerte de Valle, el fusilamiento de Valle o el fusilamiento de Dorrego, o toda esa historia tan trabada y tan mezquina de nuestra historia latinoamericana. Aquí fue la primera vez que se presentó la Orquesta de cámara (ya que me presentaron como maestro de la Orquesta de la Universidad, precisamente la inauguración de este edificio).

Maestro Daniel Bozzani junto a la ex-rectora de la UNLA, Dra. Ana Jaramillo

Éramos todos muy muy jovencitos junto a Jaramillo, inspiradora de todo lo que vino después y de todo este presente que que hoy nos convoca. En realidad estábamos en un gasebo blanco. Ahí al costado, al lado de unas este palmeritas chiquititas, que bueno, como ya ven, ni se veían y ahora estamos ahí. Y tocamos una música y luego entramos a este lugar que era el aula juzgado como lo había llamado Ana Jaramillo con el nombre propio de Rodolfo Ortega Peña. Así que estamos como desde los principios y después este lugar que se inauguró tuvo distintos recorridos, tuvo otros sentidos, pero el nombre está allí. Primero fue esa aula juzgado que no sé no prosperó, un poco después la colonicé yo con con la música y dije: “Esto es para música, porque es fantástico, tiene una acústica genial”. Después pasó a ser el “juzgado experimental“, como experimental… ¡Gracias, gracias Gustavo! y ahora se la robamos un poquito también, así que nos hemos instalado: un poco de música y un poco también ahí ven el piano. Así que en esta no va a haber conciertos hoy, pero (y también hemos hemos puesto a través de esa propuesta, también todo un lujo de aula híbrida que nos permite una conexión maravillosa con el afuera y la participación de la gente que no puede hacerse presente en los tiempos de hoy después de la pandemia). Es un gran honor tener en nuestra universidad no esta, sino varias otras aulas híbridas que se llaman, que nos permiten justamente con esta innovación acercarnos a todos los problemas y a toda la comunidad académica, pero el nombre como les decía está allí, sigue ahí del otro lado afuera. Y siempre seguirá así, porque esa es el Ortega Peña independientemente de los sentidos que tenga este aula. Va a ser nominado de esa manera por siempre. Por eso, en esta bienvenida y en esta breve intervención me permito este doble homenaje, porque es el ideario de dos pensadores y hacedores de nuestra historia presente: Rodolfo asesinado de la forma más infame y cobarde y Eduardo, que pudo seguir muchos años más protagonizando y consolidando aquella lucha incansable que ambos representaban esquivando bombas y atentados curiosos de la vida, del pensamiento, del arte y la filosofía y todo eso junto impulsando el ciclo vívido de la Justicia, para ponerse al frente de la defensa de los Derechos de los más silenciados, de los más perseguidos y torturados: el uno, fusilado y el otro, obligado y expulsado al exilio, la vida y la muerte soplando sobre la nuca de los que veníamos más tarde para recibir una antorcha luminosa que es de verdad un compromiso, que es un despabilo para darnos cuenta de las verdaderas razones humanas para seguir vigilando cada uno desde su lugar con una percepción cíclica, sosteniendo que la revolución es un proceso que requiere una transformación de la conciencia social y política.

Esto lo decía Georg Lukács, el enorme filósofo húngaro del que abrevan ambos dos, como de tantos otros pensadores con su intelectualidad y su pasión para recuperarla en acciones pragmáticas al servicio de los Derechos Humanos, al servicio de los derechos del pueblo. Quiero tomar un breve momento para festejar el acompañamiento de la familia de Eduardo, que me toca personalmente. Su presencia acá es un recordatorio tangible de la marca que dejó también en ellos y en todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo. Marcelo está. Marcelo, Lali, Laura y Mariano han sido testigos de primera mano de su dedicación incansable a todos los desafíos que se le presentaban. Recuerdo con detalles borrados algunas de las veces que estuvimos juntos en la casona aquella de la calle Juncal en algún momento de la vida de la familia. Era un lugar lleno de de conversaciones estimulantes, la generosidad de su mesa. Hablábamos recién de los ravioles de la abuela que fueron sin duda un pilar a partir del cual se construyeron tantas vivencias y se tomaron tantas decisiones que nos inspiraron muchísimo. Sin darnos cuenta, para hacer hoy un poco de lo que cada uno somos; a veces, unas pastas en Palermo o una charla fugaz en Madrid, un paseo, un libro, una frase compartida, una mirada, pueden ser una charnela que nos da la posibilidad de cambiar de rumbo o la perspectiva de nuestro ser en el mundo, y de ahí en más todo el destino que se revuelca y cambia mil veces de piel y de futuros, determinando el camino final de cada quien y vamos acompañando ese partido que nos tocó jugar sustituyendo a veces las fichas que nos habían tocado por otras (tal vez) que quedaban en la mesa o no, es el riesgo, es lo que tenemos en la mano o es el riesgo de cambiar y de cambiar, tantas veces como se pueda, a la hora de hacer una jugada sólida honesta y comprometida. Este quizás sea para mí el legado más importante de Rodolfo: que vio truncada su propia revolución, el legado de Eduardo en sus exilios y el legado de muchos que puedan estar acá compartiendo esta presentación. El punto es contextualizar y darle la dimensión histórica que a veces perdemos de vista, como en este momento, como este encuentro que será sin ninguna dudas irrepetible y por eso nos tenemos que sentir orgullosos de estar acá en esta comunión que nos convoca. Perdón Laura, pero sin pedirle permiso leo algo que me escribió el otro día porque yo le mandé un mensajito. Ésto fuera de protocolo, que grabé invitándola y hablando de todas estas cosas, y ella me pone: “muy lindo”; ¿qué me dice? “Qué tiempos aquellos”. No me mates Laura: ¡qué tiempos aquellos!

Es verdad, no dimensionamos del todo y eso es una apreciación absolutamente certera para mí: son siempre un referente y un tesoro.

“Después no volví a vivir en Buenos Aires” y me pone: “la pasta podés venir a comerla a lo de mamá”. O sea, ya estamos ahí. ¿Eh? Sí, a veces dejamos pasar cosas que embellecieron la vida, sin reparar la calidez de un tiempo con aroma muy… me gustó mucho esa frase y por eso te la robé, y no sé si me perdonarás.

Y por último quiero decirles que, como rector de la Universidad Nacional de Lanús quiero recordar la creación en 2017 del Instituto de Justicia y Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde. Creo que habías estado también en el 2017; así fue nominado a partir y luego de 20 años de la existencia fundacional del Centro de Justicia y Derechos Humanos y bueno, tenemos aquí a Gustavo Palmieri como director de este instituto y puedo decir con orgullo que el legado de Eduardo Luis Duhalde sigue vivo en nuestra institución, su obra y su dedicación son una fuente continuada de inspiración para todos nosotros. Hoy recordar su vida y su trabajo, especialmente en relación con el libro: <<Tribuno de La Plebe. Vida y Muerte de Rodolfo Ortega Peña>> celebramos no sólo su contribución académica sino también su pasión inquebrantable por la justicia y la verdad, que sigue inspirándonos en nuestra misión educativa. Seremos mejores sin dudas si su memoria y su obra continúan guiándonos y recordándonos el valor de la integridad y la pasión en la búsqueda del conocimiento y la justicia y que esta conciencia se desarrolle y crezca sin mezquindades porque no nos lo podemos permitir en los tiempos de hoy, en los tiempos de destrucción y crueldad de estos días, para que este proceso se traduzca definitivamente en bandera de unidad y en acción política.

En La Universidad Nacional de Lanús

Coordinadora:

¡Muchas gracias! Muchas gracias Daniel, rector de nuestra Universidad por tan sentidas y certeras palabras.

A continuación vamos a darle entonces su turno a Marcelo Duhalde. Gracias por estar aquí. Marcelo es periodista. Es parte del grupo fundador de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (la CADU) e integró la sede del organismo en España, país donde se exilió. Luego de un breve paso por México formó parte de la CADU hasta su disolución en diciembre de 1983. Es como adelantó nuestro querido rector hermano del entrañable compañero Eduardo Luis Duhalde. Eduardo Luis Duhalde ha sido dirigente universitario, abogado, juez, catedrático, editor y consultor de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con Rodolfo Ortega Peña a quien homenajeamos hoy. Juntos crearon un prolífico vínculo de amistad, militancia y producción historiográfica. Fue referente del peronismo revolucionario y secretario de Derechos Humanos, impulsor de políticas de Memoria, Verdad y Justicia durante los gobiernos de Néstor Kichner y Cristina Kirchner. Bienvenido, adelante, gracias.

Disertación de Marcelo Duhalde

Buenas tardes a todos y todas. Es difícil hablar después del video, los videos que hemos visto y las emotivas palabras de Daniel. La emoción golpea fuerte y además porque hablar de Rodolfo es hablar de un hermano más de la familia Duhalde. Pero vamos a salir adelante. Rodolfo fue posiblemente el máximo exponente de una generación que se caracterizó por el valor personal conociendo ampliamente el riesgo que corría. Enfrentó con decisión a la represión, sabiendo perfectamente el nivel de violencia con el que actuaba el Estado represor. Sabía que la muerte estaba, sabíamos todos que la muerte estaba a la vuelta de la esquina, sobre todo en el caso de una figura como Rodolfo, que ya sabía que había sido elegido junto con Eduardo como blanco del odio de losque ostentaban el poder. Antonio Benítez, en ese momento ministro de Justicia del gobierno peronista, en una cita secreta con Eduardo, le informó que en una reunión en la que estaba presente Perón, se pasaron unas fotos diapositivas de las personas que según el entorno de López Rega incomodaban al gobierno peronista, entre los que estaban Ortega Peña, Duhualde; también unos meses antes nos habían clausurado y prohibido la revista Militancia que ambos dirigían y además de las bombas que nos habían puesto, de las amenazas cotidianas y la certeza de que había un riesgo inmediato, igualmente yo recuerdo que el día anterior al asesinato de Rodolfo estábamos reunidos en la madrugada en un bar. Un bar donde nos encontramos cerca de la calle Rincón donde estaba el Sindicato de empleo de Farmacia con el que habíamos estado colaborando, trabajando, para lo que iba a ser el Homenaje a los Caídos en la Masacre de Trelew, que faltaban 22 días para que se realizara el 2do año del Homenaje cuando estábamos con mis dos hermanos, Carlos María y Eduardo. Intentábamos convencerlo a Rodolfo de que se cuidara, que hiciéramos algo, y tomamos medidas para evitar que fuera un blanco fácil y Rodolfo no quería saber nada. Nos dijo: “lo que yo hago únicamente se puede hacer de esta manera y no voy a cambiar porque en definitiva la muerte no duele, lo que duele es traicionar al pueblo” . Esa fue de la manera en que dio por terminada la conversación. Por eso yo sostengo que nuestros compañeros y compañeras, los 30.000 no fueron sorprendidos por la represión: ellos y ellas sabían perfectamente el riesgo que corrían y actuaron convencidos y eran responsables de sus actos, por eso hace mucho que sostengo que debemos recordarlos y recordarlas por lo que ellos hicieron, y no por lo que les hicieron. Ellos, como queda claro, Rodolfo, ese hombre grandote, bonachón, sensible, tierno, hincha de River, fanático de Goyeneche y le gustaba Piazzolla, no tuvo reparos en arriesgar su vida para mejorar la vida de los demás. Rodolfo fue un ser excepcional, uno de los que surgen cada muchísimos años en la historia. El pelado fue permanentemente alegre, vivía muy intensamente la vida y todas sus circunstancias, las buenas, las malas, las políticas, las trascendentes, las superficiales; abrazó con inmenso amor y por eso -insisto- que amaba tanto a la vida que puso la suya en juego para mejorar la de los demás. No pretendo hacer un análisis teórico de Rodolfo porque eso está largamente y ampliamente expresado en el libro por Eduardo y terminado por Luis, pero si quiero resaltar algo que muchas veces es doloroso ver, cómo Rodolfo está olvidado, y yo diría hasta ocultado por el propio peronismo. A mí me da la impresión que la fuerte posición político -ideológica -comprometida- combativa e intransigente de Rodolfo, su propia actividad ha motivado que se lo silencie e incluso creo que se le tiene miedo a la interpelación que provoca la memoria de, pero no es el único. Integra una pequeña lista de grandes pensadores peronistas nacionales como lo son John William Cooke, Hernández Arregui, Rodolfo Puig, mi hermano Eduardo -inclusive- y que parece que no hubieran existido y se los ha silenciado prácticamente en los últimos en los últimos años. Por suerte, Rodolfo pudo comprobar en la práctica esa aspiración de Cooke de ver accionar al peronismo revolucionario junto a sectores de la izquierda; bregando por el mismo objetivo como fue la lucha contra la dictadura. Fue mucho lo que colaboraron Eduardo y Rodolfo y ser un punto y aparte. Hoy se cumplen 52 años de la masacre de Trelew, que nos tocó muy fuertemente y muy de cerca, entre, por varias cosas primero, por nuestra propia posición político -ideológica militante y también porque eran seres que conocíamos, porque la mayoría era defendidos del estudio Ortega Peña -Duhalde. Fue un un golpe muy duro que se trató de evitar cuando al día siguiente de la fuga, un grupo de abogados de la gremial encabezados por Rodolfo y Eduardo con Rodolfo Mataro Miguel, Carlos González Garlan fueron a tratar de entrevistarse con el juez que era Quiroga, el que era uno de los jueces que integraba el camarón, esa cámara siniestra que había inventado bajo toda inconstitucionalidad, tratando de evitar lo que se calculaba que podía ser una represalia pero nunca que tuviera la dimensión que tuvo Quiroga: no los quiso atender, no quiso recibir los hábeas corpus; los tuvieron que echar por abajo de la puerta del hotel donde paraban todos los represores y los abogados. Hasta que un día posterior al segundo día de estar y que estaban almorzando, cayó el ejército para llevárselos detenidos a los abogados. Se disgustaron porque Rodolfo Mataro dijo que por favor no lo molestaran hasta que terminara el postre, porque no pensaba ir preso sin terminar su postre en ese momento. Eduardo pudo manotear un teléfono de ahí del hotel (que es un hotel con larga historia incluso el mismo donde pararon a su compañero, la presión de los medios y demás parece que surtió efecto y los dejaron salir con la condición que en 10 minutos tenían que abandonar la provincia). Ahí Rodolfo fue uno de los principales promotores de hablar del Frente de Trelew, que era lo que él consideraba que había que hacer porque, como decía hace un momento, fue el hecho más importante de unidad entre las organizaciones político-militares de la época. No es cierto . No recuerdo que haya habido ningún hecho similar ni parecido que pudiera equipararse. Bueno, la historia -sabemos- cómo siguió. Así que yo creo que hay mucha gente que piensa que no hay que recordar los viejos tiempos. Yo pienso lo contrario. Creo que hay que convocar al pasado para alimentarse, para defender el futuro en este momento oscuro, trágico, tremendo que vivimos en nuestro país, al que el enemigo del pueblo no llegó solo, al que nuestro propio espacio político (con sus desaciertos y contradicciones) le abrió las puertas y lo invitó a pasar. Creo que nuestro país está haciendo una especie de sala de ensayo: los experimentos de cómo se puede desguazar un país y anular el Estado para que sean las corporaciones económicas las que manejen y controlen y decidan. Creo que sin un Estado (que lo sabemos todos) que proteja, que asista, que regule; no va a ser nada fácil que el pueblo que ya está hambreado y castigado y arrinconado cada vez peor, no se hace algo realmente que pudiera ser similar a lo que Rodolfo planteaba, como el frente de Trelew. No podemos pretender que se salga adelante si hay dirigentes que piensan que hay que esperar, no se sabe qué esperar, que se siga produciendo esta caída permanente de la situación del pueblo. Incluso, algunos dicen: “que le vaya bien a Milei, porque si le va bien a Milei le va bien a la Argentina”. Cosa absolutamente sorprendente, que lo afirmen dirigentes de notable importancia. Yo creo que es necesario volver al legado de Ortega Peña, el cual nos va a llevar nuevamente al encuentro del pueblo, que como decía hoy, está castigado, postergado perversamente porque Rodolfo nunca bajó los brazos ni esperó que otros hicieran lo que había que hacer. Yo creo que sus enseñanzas nos van a iluminar el camino porque, como repetía siempre él, “la sangre derramada no debe ser negociada” y “sólo el pueblo salvará al pueblo” [Aplausos] Gracias.

Marcelo Duhalde, periodista, exsecretario de Derechos Humanos e impulsor de políticas de Memoria, Verdad y Justicia durante los gobiernos de Néstor Kichner y Cristina Kirchner

Coordinadora presenta al Lic. Alfredo Ossorio

Entonces es el turno de Alfredo Ossorio, docente de esta casa, escritor, ensayista, militante, sociólogo de profesión además de ser docente de nuestra Universidad. Ha dirigido la Licenciatura en Seguridad Ciudadana y actualmente es Director de la Especialización en Evaluación de Políticas Públicas. Adelante Alfredo.

Disertación de Lic. Alfredo Ossorio

Muchas gracias. Bueno, es interesante porque hay distintas perspectivas: una perspectiva casi poética que llegó mucho al corazón, celo y no se puede dejar detener esas vivencias cuando se habla de personajes tan interesantes para la historia Argentina, y tan fuertemente expresivos de posiciones políticas drásticas, definidas radicalizadas, no ambiguas. Recordar eso, recordar el proceso mediante el cual se fue generando en nuestro país la mayor fuerza expresiva que tuvo la política peronista a través del pensamiento de Ortega Peña y de Duhalde. Es francamente un proyecto, no es simplemente la memorización de un recuerdo, una nostalgia que nos hace volver hacia atrás, sino que tiene la forma de un proyecto de encarar un lenguaje y una forma de decir dentro de la política que no sea ambiguo, que no sea burocratizado como el idioma que entendemos hoy predomina dentro de la política argentina, dentro de una política que tendría que ser mucho más radicalizada, mucho más opositora dado que estamos frente a una situación nacional de entrega y de dominación, de captura por parte de los grupos económicos del Estado y de un proyecto de disolución del Estado, que lo que busca fundamentalmente es destruir la capacidad del Estado de regular y de unir, de lograr la unidad nacional: sin Estado no hay unidad nacional, sin Estado no hay Nación. Yo quisiera también decirles que tuve la suerte de conocerlos, de militar junto a Ortega Peña y Duhalde en un momento en que yo regresaba de del sur, había accedido gracias a que en su momento yo estaba haciendo una conscripción y en ese momento fuimos a parar a Devoto por un hecho político y más que político, caracterizado como un hecho delictivo (que sí lo era en función de una acción política que estábamos desarrollando, que se iniciaba en el país, que era una lucha que tomaba quizá en ese momento las primeras armas para derrotar un Estado que considerábamos era el Estado de la dictadura, era el Estado de la entrega, era el Estado de la dependencia); es cuando en esa oportunidad Ortega Peña y Duhalde fueron los defensores nuestros de los que estábamos allí. Yo salí con una libertad condicional y la Marina donde estaba yo justo; me había tocado la Marina que me mandó confinado a Tierra del Fuego, en donde ellos tenían una compañía que se llamaba Compañía de disciplina y dentro de lo que hoy se llama “la prisión del fin del mundo” ¡es muy gracioso! Porque esa prisión del fin del mundo era una base naval, para que vean ustedes la crueldad de estos personajes de la Marina ¿no? es cierto, mandaban a aquéllos que tenían determinados problemas, los mandaban a Tierra del Fuego. De ahí parecería que no se escapaba nadie; alguno se escapó y y lo logró. Entonces, cuando regresé me incorporé y junto con Ortega Peña y Duhalde empezamos a desarrollar actividades dentro del Instituto Juan Manuel de Rosas. Ahí tuve la ocasión de ver la extraordinaria capacidad de producción de estos dos este compañeros. La discusión con Juan Pablo Oliver, la participación en las movilizaciones que nosotros desarrollamos a través de las cuales escondí la actividad política que estaba en ese momento prohibida y así todo un proceso que después fue radicalizando hasta llegar a las consignas fundamentales que fueron la consigna de “Liberación o Dependencia“; había como un idioma que tenía hermenéuticas diferentes: se interpretaban de distintas perspectivas. Nosotros decíamos en ese entonces: “Liberación o dependencia”, “Liberar y después reconstruir” y había otro sector más allegado a los grupos de la derecha, de la derecha que se decía “peronista”, que era una derecha que durante mucho tiempo había sido la derecha burocrática que negociaba el ascenso de la clase obrera por simples migajas y que ahora a partir de Ezeiza había tomado un protagonismo especial en todo lo que era la política argentina y había generado decisiones que como las del nombramiento de Villar como jefe de Policía. Nos obligaban a luchar en contra (decididamente) contra estas cuestiones. Yo tuve la oportunidad, en ese entonces, de participar de una reunión que hubo con el General Perón (no se me enojen los que no piensen como yo; planteen diferencias). Tuve la ocasión de ir a una reunión previamente. Me encontré con Carlitos Caride que era otro personaje paradigmático de la política revolucionaria, digamos, de la militancia revolucionaria peronista recién salido de haber estado mucho tiempo preso y nos juntamos frente a la convocatoria que nos hizo Solano Lima, que era secretario general de Presidencia. Había sido vicepresidente y ahora era secretario general. Para nosotros ir con Perón era ir con la revolución. Para nosotros Perón representaba todo aquello que habíamos soñado, el corte fundamental y drástico con el evolucionismo de la política burguesa. Nosotros pensábamos y pensábamos (lo pensamos en función de lo que llamábamos en ese momento el socialismo nacional): esa era una bandera para liberar y, por otro lado, estaban las otras banderas, que eran reestructurar y liberar hasta las formas de decir, hasta el contenido y el significado; había un parteaguas que era el parteaguas de aquellos que aceptaban esta situación que se había creado en ese en ese entonces, de generación de la Ley de Prescindibilidad de la modificación del Código Penal. En fin, yo asistí a la reunión, pero Carlos Caride no asistió y en ese entonces, una de las organizaciones a las que se había incorporado este amigo Carlos, decidió no presentarse con lo cual me quedé yo solo como miembro de la tendencia, lo que se llamaba “la tendencia” nosotros nos decíamos “la tendencita” con Ortega Peña y demás que era aquellos que teníamos más de 30. Los de 30 estaban con la tendencia, la JP. Nosotros ya nos habíamos pasado en la JP. En esa reunión tuve la oportunidad de decirle al general críticas que hacíamos desde la tendencia. Y por supuesto, el general contestó con esa sistematicidad con que lo hacía, tenía una lógica contundente para ordenar lo que yo desordenadamente le había transmitido, y bueno, cuando salimos por supuesto que ahí ¿quiénes estaban? el CNU, todas las que fueron organizaciones paraestatales que criminalmente iniciaron esta especie de sucesión de homicidios en los distintos sectores de la tendencia y de la tendencita. Cuando salí de ahí tuve la suerte de que Ortega Peña y Duhalde estuvieron de acuerdo con mi presentación y demás, mientras que las organizaciones más sectarias que no pensaban que nada de la tendencia tenía que haberse acercado, por supuesto dijeron lo contrario también, con Ortega Peña y Duhalde. Fíjense ustedes, yo viniendo del nacionalismo popular, él sacando SUDESTADA, la editorial SUDESTADA (no sé si recuerdan la editorial: me entregan para la dirección para que yo dirija una colección que se llamó Colección Dinámica Nacional, donde yo incorporé a aquellos personajes autores de nacionalismo que consideraba que estaban más cerca del pensamiento popular, que en ese momento representamos). Bueno, todo esto cuando los sábados que yo dicto clases (también hace muchos años los sábados dicto clase y recorro paso por paso todas las naves y veo la de Jauretche, con el que tuve la oportunidad de también participar de actos en donde él hablaba por la vegestud y yo hablaba por la juventud, como ahora, cuando hablo yo hablo por la vegestud). Bueno, veo a Jaureche, Ortega Peña y me lleno de emoción por ver a todos los pensadores nacionales que esta universidad ha rescatado y ha puesto para que nunca nunca en nuestra historia haya quien pueda dudar de cuál es y cuál fue y cuál será la lucha por la liberación nacional. Allí está la cultura nacional que se está rescatando con estos encuentros y ahí está el pensamiento que tenemos que seguir desarrollando para realmente rescatar a nuestro país, generar la liberación que es sumamente necesaria en un momento en que los sectores de la oligarquía, la captura del Estado por los monopolios hace que estemos en un plano sumamente defensivo. Esperemos pasar a una contraofensiva que nos permita recuperar las banderas de nuestra Liberación nacional. Muchas gracias.

Coordinadora:

Muchas gracias Alfredo Ossorio, ¡vamos por esa contraofensiva digo yo también!!!

A continuación y entonces para cerrar esta mesa, Luis Hipólito Alén, abogado, se desempeñó como ministro de Justicia y Seguridad en la intervención Federal en Santiago Del Estero. Fue Subsecretario de Derechos Humanos de la Nación entre el 2007 y el 2015; entre el 2016 y el 2024 dirigió la Licenciatura de Justicia; lo hace y lo hizo en Justicia, Perdón y Derechos Humanos de nuestra Universidad. También fue titular de la Cátedra de Derecho a la Información de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y es autor de varios libros, entre ellos, por supuesto, el que aquí presentamos. Adelante.

Disertación del Dr. Luis Hipólito Alén

¡Gracias por estar! Gracias por la introducción. En primer lugar, venir a la UNLA es para mí algo que me emociona mucho porque durante mucho tiempo fue un lugar donde poder transmitir, expresar, desarrollar cosas y también fue un refugio en momentos que fueron muy difíciles para mí. Pero hoy quisiera, antes de empezar, expresar mi solidaridad con los docentes, los trabajadores no docentes, con los estudiantes, con las autoridades de la Universidad en esta lucha contra un sistema corrupto que pretende negar la educación pública ese compromiso. Más allá de que ahora sea un docente jubilado, creo que no lo debemos abandonar nunca. Y en segundo lugar, aunque ya se habló del tema, yo quiero rendir un homenaje (porque esta fecha tiene qué para homenajes) y quiero rendir un homenaje a Carlos Astudillo, a Rubén Pedro Bonnet, a Eduardo Capello, a Mario Delfino, a Carlos Alberto del Rey, a Alfredo, a Clarisa Lea Place, a Susana Lesgart, a José Ricardo Mena, a Miguel Ángel Polti, a Mariano Pujadas, a María Angélica Sabelli, a Humberto Suárez, a Humberto Toschi, a Ana María Villarreal de Santucho todos ellos asesinados por la dictadura del 22 de agosto de 1972 y también a María Antonia Berger, a Ricardo René Haidar y Alberto Camps asesinados después por la dictadura genocida de entre 1976 y1983, porque si estamos hablando de Rodolfo Ortega Peña, él inició su labor como diputado jurando que “la sangre derramada no iba a ser negociada”. Así que vaya nuestro homenaje para esos Patriotas caídos en aquella fecha y ahora sí, a hablar del libro.

Bueno, ya todos los que hablaron antes se expresaron y uno piensa en qué necesario es rescatar la figura, la vida y la lucha de Rodolfo Ortega Peña y de tantos otros ese funesto año de 1974, que se llevó no sólo a Jauretche, a Hernández Arregui, a Perón; se llevó a Carlos Mujica, a Julio Troxler, a Silvio Frondizi, a Atilio López, a montones de personas que eran parte de una lucha popular, una lucha nacional que tenía un objetivo, que era la construcción de una Patria mejor, la patria que ellos llamaron “la patria socialista“, y yo estoy seguro que no hay que tener miedo a ciertas palabras, que no hay que olvidarlas y no hay que (en virtud de algún tipo de conciliación o de acuerdo de cosas por el estilo) abandonar lo que fueron los ideales de una generación que creyó posible construir esa patria). Entonces sí volvamos a hablar de revolución y volvamos a hablar de la Patria Socialista y de la Patria Justa Libre y Soberana, que todavía estamos pendientes de construir, y Rodolfo Ortega Peña es una figura central en esa historia y en ese pensamiento. Es difícil hablar de una sola de las facetas de Rodolfo. Rodolfo se recibió de abogado a los 21 años. Rodolfo estudió Filosofía y no recibió el título porque no le interesaba tener el título sino el conocimiento, y para eso también estudió griego (para leer a los filósofos en su idioma original). Rodolfo estudió Economía porque quería aprender los fenómenos de la Economía a los cuales él quería combatir. Rodolfo fue comunicador social, historiador, docente universitario y fue un hombre apasionado de la vida. Si uno lo tuviera que definir en palabras, diría que era un sartreano, un existencialista sartreano y también en otro orden de las cosas que entendía la política y la necesidad de transformación y que entendió que para eso había que rastrear en los orígenes de las luchas populares de nuestro país, en las luchas de las montoneras en las figuras como Felipe Varela, Manuel Dorrego o Facundo Quiroga, y encontrar allí las raíces de la resistencia popular -que debía enfrentar a las dictaduras que a él le tocó transitar, porque entre 1956 que se recibió de abogado y 1974 que fue asesinado, prácticamente, salvo el último año, todos fueron años de dictaduras o de gobiernos pseudo constitucionales, porque no fueron democráticos, ni el del 58 al 62 ni el de 63 al 66 ya que nacieron de la proscripción de la fuerza mayoritaria y ningún sistema democrático puede nacer de la proscripción y de la prohibición. ¿No? Rodolfo fue todo eso y fue además una persona que tenía otras muchas facetas. A veces, cuando se recuerda aquella frase que rememoraba hace un ratito Marcelo, “la muerte no duele”, uno piensa ¡bueno! que tenía una cosa vital, al contrario, Rodolfo amaba la vida, la amaba profundamente y en todas sus facetas, por eso era un hombre que tenía además de su actividad política otras muchas cosas. Es muy difícil decir “Rodolfo” solo, porque en realidad todo esto lo hacía con Eduardo, a partir de que en un momento se conocían desde antes, pero en 1963 si mal no recuerdo, decidieron comenzar a firmar juntos una propuesta que le hizo Rodolfo, y a partir de ahí toda su obra, toda su vida, toda su trayectoria los encontró unidos. A partir de eso ¡bueno! los sobrenombres que les dedicaban los amigos y los compañeros: Trick y Track, íncubo y súcubo y hasta en Gati -Chávez, Rómulo y Remos (sic); sí, hay muchos otros pero en la última obra de otro grande que debemos recordar siempre, que es Leopoldo Marechal, ¿no? ahora que se publica después de su muerte Megafón o la Guerra aparecen como Barrantes y Barroso, fueron personajes de esa obra tan esencial.

En aquellos tiempos, o sea, además de eso, tenían el tiempo para escuchar tango, o discutir sobre filosofía, hablar sobre teatro y tener amigos que se dedicaban a todas esas cuestiones. Y era también Rodolfo un estudioso del derecho. Lamentablemente la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires no ha encontrado en sus anales lo que hubiera sido su tesis doctoral , que se refería a la Teoría Egológica del Derecho de Carlos Cossio, con el cual debatió y terminó teniendo una buena relación. Incluso porque Ortega, antes de los 25 años ya había publicado tres ensayos sobre la obra de Lugones, otro sobre una crítica sobre <<Héroes y Tumbas>> de Ernesto Sábato. Había debatido con Arturo Córdoba sobre las pinturas rupestres; fíjense la cantidad de cosas que hacía en su vida y tenía además tiempo por supuesto para otras actividades que emprendían, porque en esas aventuras editoriales que emprendía Eduardo y que siguió emprendiendo a lo largo de su vida, también tenían equipos de fútbol y en alguno de esos equipos jugaba Rodolfo Ortega Peña. No era demasiado habilidoso pero jugaba, participaba y ponía todo su empeño en eso también. Cosas que se recuerdan de aquellos que lo conocieron y que lo quisieron y que nunca lo pueden olvidar porque dejó una impronta de aquellas que no se borran. Recién lo escuchaba a Alfredo de las primeras defensas políticas que ellos emprendieron cuando se produjo el asalto al policlínico bancario y después de eso lo que había sido el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara. Sus integrantes caen presos y hay una anécdota también que es muy muy interesante porque cuando Rodolfo y Eduardo van al juzgado a asumir las defensas los recibe el secretario del juzgado, el secretario del juzgado les dice a tales abogados tales defensores y el secretario del juzgado se llama Carlos González Garlan y años después terminó siendo uno de los abogados de la gremial que acompañó todas las luchas de aquellas épocas que tuvo que exiliarse, es decir, cambió toda su vida. Esas amistades que se forjaban también perduraron a lo largo del tiempo ¿no? Uno puede encontrar muchas cosas dichas sobre Rodolfo Ortega Peña, por ejemplo, David Viñas consideraba que había tres referentes ineludibles de su generación. David Viñas, ese escritor fantástico que nos dejó hace unos años y esos tres referentes eran: Rodolfo Walsh, Ernesto Guevara y Rodolfo Ortega Peña. Para dimensionar lo que significaba la figura de Rodolfo Ortega Peña en los ambientes en los que se desempeñó, bueno, cuando cae Rodolfo Mataro, otro grande de aquellos tiempos, escribe una columna hablando de la alegría de la militancia, porque eso significaba también qué era militar, ni por la muerte ni por la tragedia, ni por la desgracia. Era militar con alegría porque ponías tu vida al servicio de lo que era la construcción de un mundo mejor, no solamente de un país mejor, de un mundo mejor, porque nunca se pensaba en chiquito ¿no? En esto: para acá, somos abogados, defendemos. Eduardo y Rodolfo pusieron el Derecho en otra dimensión, el ejercicio de la profesión de abogado en otra dimensión, mientras muchos lo usan solamente como algo que te permite ganar plata, defender, y es una profesión liberal más. Rodolfo y Eduardo lo pusieron al servicio de la defensa de las causas populares primero; fueron abogados de la CGT, de más de 25 gremios. En aquellos momentos en que se lanzó el plan de lucha que inauguró la toma de más de 5000 fábricas (porque hay que dimensionar eso también, frente a lo que pasa hoy no crea que a lo sumo logramos alguna declaración medio forzada de algún Jefe sindical, ¡no! Fueron después defensores de presos políticos sin dividir las cosas, no, más allá de su propia ideología, de su propia pertenencia política, ellos defendieron a los presos de todas las organizaciones, por eso estuvieron (como contaba Marcelo y por eso Eduardo tuvo que viajar a Chile) cuándo los que lograron fugar de Trelew estaban decidiendo si el gobierno de Salvador Allende decidía si los dejaba en libertad o no, y fue Eduardo el que le tuvo que transmitir a Mario Roberto Santucho que su mujer había sido asesinada por la dictadura y a Fernando Vaca Narvaja que cambiara de idea de poner el Derecho en otra dimensión; no quería decir que no fueran buenos abogados o que no conocieran la teoría y y la práctica jurídica. Al contrario, hay una anécdota que pintaba alguno de sus amigos sobre Rodolfo, y cómo en un juicio logró desviar toda la atención del juicio hablando de la letra o de qué significaba, por qué si la ‘o’ estaba en un lado o estaba en otro; todo cambiaba de sentido y logró transformar lo que era un juicio rutinario que parecía encaminado en una defensa maravillosa de ese tipo de cosas que solamente una persona privilegiada puede llegar a hacer. Por eso creo que con la muerte de Rodolfo se quiso apagar lo que era un momento trascendental en nuestra historia y una proyección futura que era lo que sintetizaba esa idea del Frente de Trelew, esa idea de recuperar lo que había sido la unidad de los combatientes presos en la cárcel que depara proyectos que no tuvieran la la división de sus pertenencias partidarias sino que tuvieran la unidad de un proyecto superador. Eso es lo que Rodolfo Ortega Peña encarnaba en aquellos momentos y probablemente por eso es que lo eligieron como víctima, como a muchos otros. Pero él era la figura más trascendente: es el único diputado nacional asesinado mientras cumplía su mandato, el único, ese mandato que había iniciado en marzo del ’74 cuando tuvo que reemplazar a los diputados de la JP que habían renunciado tras la reforma del Código Penal y la discusión con Perón; en el caso de él, para reemplazar a quien era uno de sus grandes amigos, también después víctima de la dictadura: Diego Muñiz Barreto. Entonces, desde que asume, él pone su banca al servicio de todas las luchas populares; de cuánta lucha había él estaba ahí, presentaba proyectos, debatía, discutía y con altura incluso diputados que tenían una ideología totalmente adversa la de él, cuando le preguntaban alguna cosa descubrieron que Rodolfo tenía una respuesta, tenía la posibilidad de mantener firme sus principios pero sin ser una agresión inútil o o sin fundamentos. Si discutía era porque sabía cómo defender sus ideas.

Hay un fragmento de la película de otro desaparecido, otra víctima de la dictadura, que fue Raymundo Gleyzer, que en un documental de 1974 llamado: “Me matan sino trabajo, y si trabajo me matan”, recuerda esa presencia de Rodolfo en todas las luchas. En este caso, era la lucha de una metalúrgica. La metalúrgica INSUD. Ese ejemplo que deja Rodolfo de ser fiel y consecuente con un compromiso ético que él había asumido es lo que lo pone en otro nivel y lo que nos hace tratar de rescatar su figura, su obra, su trayectoria, traerla al presente y ponerla como un ejemplo de lo que se debería estar haciendo, a lo que todos nos deberíamos comprometer. A mí me tocó terminar este libro, que lo había empezado Eduardo, que era sin duda alguna el que en mejores condiciones estaba para escribir este libro. Habían sido inseparables, habían sido compañeros, amigos, casi hermanos: una trayectoria conjunta. Entonces, por eso mismo tal vez a Eduardo le costaba terminar este libro. Y escribirlo, porque de alguna forma quedaba escribiendo sobre él mismo, estaba autobiografiando, por eso no lo llegó a terminar, y bueno, después el editor acá Aurelio Narvaja, incansable en su idea de publicar obras que tengan que ver con el pensamiento nacionales, le ocurrió que había que terminar ese libro y junto con la familia tuvieron a bien proponerme el desafío que para mí era casi un mandato: la trayectoria de Rodolfo a quien no conocí personalmente (porque lo asesinaron antes; era muy chico) entonces de joven militaba con Alicia Eguren y no tuve tiempo; recuerdo sí que el día del entierro estábamos tratando de llegar junto con un compañero mío, que acá está su hermano, Dani, el compañero Ricardo Rib, desaparecido en mayo del ’78, y no pudimos llegar porque la represión que se llevó presas más de 400 personas en ese momento, porque hasta intentaron secuestrar el cadáver de Rodolfo con esa pasión por la necrofilia que tiene la derecha argentina de secuestrar cadáveres y perseguir entierros; así que rescatar a Rodolfo y rescatar de esa manera también a Eduardo y rendirles un homenaje era una obligación, algo que debe asumirse y creo, espero haber estado más o menos a la altura, y en este racconto de de muertos célebres del ’74 yo me acordé de otro, ¿no? porque a mí siempre me gusta conmemorar toda revolución es un acto que pretende traer la belleza al mundo. Y la belleza se expresa en la música, en las letras, en las artes y todo. Por eso quiero recordar a un gran poeta que murió también en1974, a Raúl González Tuñón que, en uno de sus poemas, “La luna con gatillo” escribió: (…) Subiré al cielo,/ le pondré gatillo a la luna/ y desde arriba fusilaré al mundo,/ suavemente,/ para que esto cambie de una vez.

Ese es el mandato que nos dejó Rodolfo Ortega Peña (aplausos/ aplausos)

Coordinadora:

Entonces, porque ha llegado la hora de finalizar, adelante Francisco Pestanha, Director de Departamento de Planificación y Políticas Públicas.

Disertación y cierre por el Dr. Francisco Pestanha:

Un compañero no se jubila y no nos deja físicamente. Pero estamos siempre en contacto: en la última reunión departamental, como iba estar el rector, dijimos, en nombre de toda la unidad, así que en el nombre de toda la Universidad y del Consejo nuestro reconocimiento, un presente para Luis está hecho con lo que eran los restos dejados por los talleres del ferrocarril, que Dani López (un maestro en estas cosas), ha construido con sus manos estos recuerdos tan bellos que nos entregan -cuando dejamos de estar continuamente, porque nunca vamos a dejar de estar del todo sin la Universidad. Bueno, ¡fuerte el aplauso, fuerte! y entonces antes de despedirnos vamos a ver el último material audiovisual sobre Rodolfo. Rodolfo murió pobre. Pero no les dejó a sus hijos poca cosa. Les digo: “todos los días sufrimos las tentaciones del sistema y la verdad es que él se mantuvo incólume en el rechazo de esas tentaciones del sistema”. Rodolfo murió pobre; no legó a sus hijos más que poca cosa pero sí les legó su ejemplo de vida y su biblioteca que eran los únicos bienes materiales (el único bien material) que había atesorado a lo largo de los años. ¿Qué es lo que hoy creo yo que podemos rescatar de Rodolfo? Al igual que otros hombres de su generación, no estoy haciendo una excepcionalidad: es que era un ser humano como todos porque el riesgo de de la construcción del mito político es la deshumanización y hacerlo parecer como hombres excepcionales. En todo caso, aportó todos sus conocimientos y toda su pasión por el saber, considerando que no había pensamientos científicos escépticos pero que amó la vida como todos, como todo ser humano, era un hombre que buscara disfrutar de de los placeres del ser humano, construyó una familia, tenía sus hijos, jugaba al fútbol, un gran jugador de Ping Pong, porque esa rapidez intelectual que lo convertía en un hombre torpe cuando quería agarrar por ejemplo esta copa, la volcaba porque la orden del cerebro era más rápida que la mano, pero era un jugador excepcional de Ping Pong, porque allí sí podía coordinar la velocidad del pensamiento, de las órdenes de la mentales; en relación con el deporte practicaba fútbol. También formamos un equipo (creo que quedamos tres sobrevivientes). Ese era un equipo de tres o cuatro: allí jugaba Roberto, jugaba Mario Hernández, el equipo de la editorial SUDESTADA, una de las tantas aventuras editoriales que hicimos y con mucho con mucho esfuerzo y no era un robot, una suerte de máquina que marchaba, sino un hombre como todos los hombres que componen nuestro pueblo que había asumido sí un alto compromiso y que había puesto todos sus esfuerzos en cumplirlo y en capacitarse para hacerlo. Pero no es una excepcionalidad, una suerte de superhombre que esté más allá de la posibilidad de servir de arquetipo, de ejemplo: muchos otros militantes, centenares y miles de militantes dieron a la Argentina más o menor envergadura intelectual, pero de igual compromiso que el que guió a Rodolfo en su vida, y por eso yo creo que hoy debemos difundir su historia, su responsabilidad, con la que asumió la militancia ante este nuevo surgir de otra generación de argentinos que vienen a reescribir la historia que nosotros dejamos trunca. Bueno. ¡Muchas gracias! Gran cierre de este gran y hermoso Homenaje a Rodolfo Ortega Peña. Les esperamos en el próximo encuentro de Actualidad del Pensamiento Nacional en el centenario del año de la peste. Gracias por acompañarnos a su familia y a cada uno de los presentes, presenciales y por Zoom. ¡Gracias!!!

Dr. Francisco Pestanha, abogado, ensayista y escritor. Actualmente es Director de Departamento de Planificación y Políticas Públicas.

Vídeo homenaje al compañero Rodolfo Ortega Peña

Correcciones y edición por Camila Ossorio Domecq

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