La necesidad de un nuevo Partido Socialista (1º parte)

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Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red

El engaño

El pueblo argentino ha sido sometido a una de las mayores campañas de mentiras, engaños y falsas esperanzas. Bajo la máscara de ¡Viva la Libertad Carajo! se esconden los intereses más espurios: los de potencias extranjeras, los del capital financiero parasitario, los que endeudaron a la Argentina, las grandes corporaciones extractivistas (vinculadas al petróleo, el gas, el litio, los metales preciosos, las tierras raras, la pesca, los agro negocios, etc.), también los especuladores inmobiliarios, los grandes dueños de la tierra, los que evaden y eluden impuestos, los que fugan la riqueza, los contrabandistas, los asociados a las apuestas por dinero (que esquilman y degradan a nuestros jóvenes…) en definitiva, engaño para instalar un régimen de saqueo y destrucción.

La humillación

Las primeras muestras son palpables. En seis meses, se duplicó la indigencia hasta llegar a 8.500.000 de compatriotas que no tienen para comer (en el país de los alimentos). La pobreza abarca a más de la mitad de la población, con el agravante de que sigue creciendo y se asienta con carácter estructural. Dos de cada tres niños y adolescentes son pobres o indigentes, inocentes condenados a no tener futuro, o a un futuro de esclavitud, de servidumbre o de delito. Entre las personas mayores también se duplicó la pobreza (dejándolos sin cobertura en medicamentos, y aumentándoles los servicios y el costo de vida, condenándolos a perder años de vida, para satisfacer la avaricia de los sedientos de poder y dinero). Quienes viven por sobre la línea de pobreza, igualmente han visto caer sus ingresos. La catástrofe social puede estar llegando al 95% de la población (aunque con distinto grado de dramatismo). No hay Obra Pública. Se abandonó la Salud Pública. Se dejó a un lado la Universidad Pública. La mayor parte de la economía está en claro retroceso. La bancarrota empieza a aparecer en el horizonte.

Los cómplices y los confundidos

La complicidad con este régimen (cada día más plutocrático) es altísima. Diputados corruptos que venden su voto, la honorabilidad del Congreso avasallada (al llamar “ratas” a sus integrantes sin que ninguno de ellos le conteste o confronte), los gobernadores confundidos o extorsionados, la Corte Suprema indiferente a los atropellos a la Constitución (consumiéndose en internas interminables, con alto costo institucional), los funcionarios libertarios llenándose los bolsillos con el dinero del Estado, los trolls pagos con recursos públicos para descalificar a los opositores, los periodistas amorales, etc. son parte del problema. Y la dirigencia más sana está despistada, haciendo observaciones menores, marginales, de baja importancia. Tampoco aparecen a la altura de las circunstancias aquellos que, por sus cuotas de poder, tienen una alta visibilidad pública. 

¿Se viene el estallido?

Se están creando las condiciones de un estallido. Argentina necesita una revolución social. El hambre no espera. Ha pasado demasiado tiempo y ha hecho mucho daño. Daño en la carne y en el alma de nuestros niños y jóvenes. Las jornadas heroicas en las que se luchó (hasta entregando la vida) contra un régimen colonial de saqueo, están siendo abandonadas por dirigentes apoltronados en sus cómodos sillones (mientras la miseria se expande como una mancha de aceite que todo lo invade). 

Es tiempo de altruismo y razonabilidad

Es tiempo de reinventar la unidad de los argentinos. En principio respetando la Constitución Nacional, (C.N. que a todas luces, es violada por el DNU 70/23, por la Ley Bases para la Servidumbre, etc. sin una respuesta contundente del Poder Judicial ni el Legislativo). Frente al accionar de un gobierno que necesita la resignación del pueblo (o la abulia de sus representantes) para ejecutar la extinción del Estado Nacional y con él la desaparición de la Argentina (está consumando un crimen de lesa humanidad contra la propia Nación) la responsabilidad, el esfuerzo, la entrega y el sacrificio se vuelven una exigencia de todos y cada uno de los que no avalamos este desastre. Estar a la altura del desafío es un deber. 

El papel de los socialistas

Si bregamos por la unidad de los argentinos, lejos estamos de cualquier planteo sectario, vanguardista o excluyente. Al mismo tiempo, como la prédica bien entendida empieza por casa, los socialistas nos estamos reuniendo, para ponernos al servicio de la Patria. 

En estos momentos estamos confluyendo, desde diversos rincones del país, militantes y simpatizantes socialistas, para dar nacimiento a un Partido Nuevo, que reivindique lo mejor de nuestra tradición, dé respuesta a los problemas concretos que nos afligen y se proyecte al futuro como actor protagónico del ascenso que necesita nuestro pueblo. 

Algo sobre el socialismo

Dada la catarata de mentiras, injurias y ofensas volcadas desde la ultraderecha reaccionaria (muchas veces con la complacencia de dirigentes del campo popular, quizás con predisposición a quedar bien con la oligarquía cipaya) cabe dedicar algunos párrafos a fin de aclarar ¡qué es el socialismo!, por lo menos desde mi visión de militante.

El socialismo es un ideal humanista. Es una mirada crítica sobre la realidad con el afán de transformarla. Por eso es acción. El socialismo es lucha. Utiliza el método científico para conocer la realidad y despliega la imaginación para cambiarla, en provecho de las mayorías. El socialismo es una actitud ética en defensa de una vida digna para todos. Para que nadie quede atrás. Para un vivir y convivir cooperativo entre los seres humanos, respetuoso con las otras especies y restaurador del ambiente, degradado por la súper explotación. Este ideal es compartido por muchas personas. 

La unidad

Llegado un punto donde el ideal se compenetra en el alma de mucha gente, sobreviene el deber de organizarse, para ser un nuevo sujeto político y una alternativa de poder. Y ya, puesto en ese trance, se necesita un programa. Programa realista, que dé respuesta a los problemas concretos: sociales, educativos, económicos, sanitarios, ambientales, de infraestructura, etc. De ese programa, de su naturaleza pragmática, alguien puede creer que el socialismo es un sistema. No. El programa se hace y rehace permanentemente, conforme lo impone la realidad, la creatividad y la participación popular. (Por eso en otro artículo hablé del Socialismo 1.0 -el utópico, como primera respuesta a las brutalidades del capitalismo industrial naciente, hace dos siglos-; del 2.0, el 3.0…. y ubiqué en el futuro el Socialismo 6.0 -el que dispone de todas las herramientas surgidas de la revolución digital  para ponerlas al servicio de este ideal). El programa es perecedero. Lo permanente es el ideal de justicia, la empatía con el otro, la acción fraterna y solidaria, la defensa irrestricta de la dignidad humana. 

La lucha de clases

Los socialistas no inventamos la lucha de clases. La reconocemos como dato objetivo de la realidad. Y cuando observamos una sociedad que nos parece esencialmente injusta (en donde los oligarcas disfrutan de la vida hasta el hartazgo, dando rienda suelta a su avaricia y causando un desastre social y ambiental, mientras las mayorías se hunden en la miseria, la pobreza, la indigencia, la insatisfacción, la frustración, el dolor, la insuficiencia de educación y cultura) elegimos estar junto al pueblo.  Por eso planteamos revertir esta relación de fuerzas, adversas para el pueblo trabajador. No nos ofrecemos como gestores, administradores o capataces de la injusticia. Sino para iniciar el camino de su erradicación. Paso a paso.

En el orden actual, las clases dominantes no solo gozan de privilegios extraordinarios, ostentan el poder de ser dueños de la tierra, de las grandes empresas productoras, de los medios de vida, de los servicios, etc. Por eso planteamos la unidad del pueblo con la finalidad de disputar poder. Un poder que busque la reconfiguración de las clases altas, oligárquicas, burguesas, propietarias y capitalistas, para que se  adapten a una nueva situación, en donde van a tener que disciplinarse a los objetivos democráticos, sociales, económicos y ambientales. En el provecho colectivo de su accionar tienen una posibilidad de legitimar su propiedad. En otra actitud inmoral, corrupta, antisocial y antinacional (como fue el caso Vicentín) la expropiación es el único camino. En este proceso vemos a los trabajadores ascendiendo en su protagonismo (a la hora de producir, distribuir y consumir los medios de vida) apropiándose ante todo, del saber hacer, para ser libres y dueños de su propio destino. 

Además, los socialistas vemos que todos los países tienen su bandera y como nosotros amamos la nuestra, la defendemos. Por eso frente al dominio colonial de los ingleses sobre las Islas Malvinas, las pretensiones de saqueo del imperialismo, de las grandes corporaciones multinacionales, del sistema financiero internacional, que buscan la claudicación de la Patria frente a sus intereses, nosotros levantamos la bandera argentina. 

Pero (como dice nuestra Constitución) la ofrecemos como abrigo de todos los desheredados del mundo (o enamorados del país) de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino, para acrecentar las riquezas, enaltecer sus valores y ser útiles a la humanidad. En eso y en la solidaridad con todos los pueblos que luchan por su liberación y dignidad, somos internacionalistas.

La política

Sintetizando, desde una mirada política, necesitamos un Socialismo Argentino, Democrático, Popular, Humanista y Ambientalista.

Continuará

Edición por Camila Ossorio Domecq

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