Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
No pretendo ser objetivo ni imparcial. Defino el lugar en el que me planto (la defensa de los derechos de los jubilados/as) y desde ahí escribo. Tampoco pretendo un informe exhaustivo (que dé cuenta de lo que ocurrió ayer, miércoles 12 de marzo de 2025) dado que sólo alcancé la periferia (por el cordón policial y los gases lacrimógenos) de lo que pretendió ser una movilización en solidaridad con las personas mayores, cuya fuente de ingreso principal es una magra jubilación. Tampoco puedo dejar de pedir por la recuperación de Pablo Grillo, víctima principal de la bruta brutalidad de un gobierno incompetente y cipayo.

Pablo Grillo, víctima principal de la bruta brutalidad de un gobierno incompetente y cipayo
Siempre me pregunté cómo Patricia Bullrich (tan por debajo de la línea de la mediocridad) podía tener un recorrido político tan variado como exitoso, con dos características evidentes: todo a lo que tocó lo traicionó y todo a lo que adhirió fracasó. Tres respuestas encontré a este interrogante: el apellido, su ambición por estar en el poder y una agente vinculada a servicios de inteligencia extranjeros. Vaya a saber.

Lo cierto es que fue la responsable principal de la represión y los disturbios en el día de ayer. Los medios de comunicación (afectos al modelo neocolonial, atrasado y dependiente que rige en Argentina, con sus periodistas ensobrados y lamebotas) hablaron de una supuesta lucha entre la ley y el orden (representados por el gobierno) y un conjunto de barrabravas (aparentemente manipulados por un poder político que quiere desestabilizar al gobierno). Repitieron el cuento que trató de instalar desde mucho antes que se produjeran los hechos “la piba” y sus secuaces (a su superior no me refiero, porque su disociación con el entorno es de tal magnitud que quizás ni comprenda lo que ha sucedido).

Ayer, en la manifestación de jubilados y jubiladas en todo nuestro país, con el apoyo masivo de la gente, entre ellas y de manera fundamental, las hinchadas de los clubes de futbol. A favor de la vida. Contra cualquier tipo de genocidio social.
La realidad (“la única verdad es la realidad”, más allá de las mil formas de enmascararla) se fue viendo desde muchas jornadas anteriores. Lo vi y lo comenté en reiteradas oportunidades: la desproporción entre la capacidad represiva desplegada y la magnitud de la marcha de gente mayor, era una locura. Enorme cantidad de fuerzas de seguridad (jóvenes grandotes bien pertrechadas con bastones, escudos, cascos, máscaras, borceguíes, escopetas lanzagranadas, gases, balas de goma, camiones hidrantes, organizados y disciplinados con una conducción unificada, etc.) contra unas pocas mujeres y hombres (de unos 70 años de promedio). En ese contexto de asimetría absoluta de fuerzas, siempre hubo represión. Quiere decir que reprimir era una orden (una provocación intencionada, para quien no lo entienda) porque no había ninguna necesidad de descargar esa furia sobre personas que van a reclamar (desde hace muchos años) en el marco del Estado de Derecho.
Un ejemplo: Nuestra compañera y amiga jubilada (de la que no voy a dar el nombre –aunque su imagen salió en todos los canales de TV- y cuya edad no voy a revelar por razones de cortesía) tiene una contextura física menuda. Ella fue golpeada en movilizaciones anteriores, siendo lastimada y socorrida por el SAME (igual que sucedió ayer con una señora mayor que, tras el bastonazo de un grandote, se desplomó contra la vereda de la esquina de Rivadavia y Entre Ríos dando con su cabeza contra el suelo) Sigo. El ánimo de nuestra compañera y amiga no desfalleció, pero su familia le rogó que no volviera. Ahí está la clave del asunto: utilizar la violencia para quebrar la voluntad del enemigo. ¿Pero hay algo más payasesco y siniestro que pretender que los jubilados/as, en la mayoría de los casos trabajadores que ya son abuelos, son los enemigos de alguien? ¿Hay familia en la que no haya un jubilado/a? La lógica y la humanidad de estas preguntas carecen de sentido para los capataces del capital financiero. Si el pueblo debe pasar hambre para pagar la corrupción financiera, ajuste y represión es su respuesta.

Entiendo que no tenemos fuerza para enfrentar a los verdaderos enemigos que ocupan por el ejercicio y la amenaza de violencia las islas Malvinas y pretenden más de 4 millones de km2 de nuestro territorio. Los ingleses son duros. Sabemos la sumisión de este gobierno al imperio británico (si alguien tenía alguna duda la despejó Milei al llevar a la Casa Rosada al criminal de Boris Johnson) ¿Pero eso hace necesario descargar la furia sobre nuestros abuelos/as?
Estamos lejos del país de la abundancia (que podríamos alcanzar rápidamente si tuviéramos gobiernos aptos, honestos y eficientes) pero en un marco de restricción económica, lo menos que se les puede pedir y exigir a los/as funcionarios/as es respeto y amabilidad. El respeto y la amabilidad son casi gratis.
Otro gobierno, tan inútil e ineficaz como este, podría ser respetuoso y amable. Enviar una delegación con mate, café y unas galletitas, para explicar que “no hay plata”, pero que comprenden su situación y, en cuanto puedan, van a brindar los aumentos merecidos. Decirles, que no todos hicieron la totalidad de los aportes previsionales, pero que al haber trabajado aquí toda su vida y pagar de manera directa o indirecta los impuestos, son merecedores de dicha retribución. Y que el Estado la va a garantizar. En fin, algo bien distinto haríamos nosotros, pero sería el mínimo de exigencia a un gobierno democrático.
Finalizo. Rogándole al Sistema Público de Salud y en particular a los médicos/as enfermeros/as del Hospital Ramos Mejía, que hagan lo humanamente posible por salvar la vida de Pablo Grillo; no me queda otra que pedir la renuncia de la inepta funcionaria a cargo del ministerio de seguridad. Su renuncia y una mejor política hacia los jubilados/as, no resolvería los problemas de fondo. Pero aliviarían la situación. Por lo demás, seguiremos en la lucha, a la espera de que la clase trabajadora (en quien tantas ilusiones pusimos los sectores populares) y otras franjas solidarias de la sociedad, se pongan a la altura de las circunstancias.