Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
Hoy se cumplen 131 años de la aparición del primer número de La Vanguardia. Deseo rendir homenaje a Juan B. Justo, Esteban Jiménez, Augusto Kuhn, Isidro Salomó y Juan Fernández que, aquel 7 de abril de 1894, sacaron de la imprenta La Vanguardia, “Periódico Socialista Científico, Defensor de la Clase Trabajadora”, para ponerlo en circulación en las barriadas populares.

El movimiento socialista mostraba que estaba dispuesto a esgrimir sus mejores emociones (el amor por el pueblo trabajador y el país) al tiempo que sus armas más potentes (la razón, el pensamiento crítico y la reflexión democrática).
El editorial de aquel 7/4/1894, guarda tesoros que aún conviene valorar. Escrito por el Dr. Juan B. Justo va a dar cuenta que: “Este país se transforma”.
Después de hacer un repaso sobre las transformaciones de su estructura económica y su fisonomía material, Justo pone en la escena política la realidad en la que vive el pueblo trabajador. Dirá:
“Suprimida toda solidaridad de sentimientos e intereses entre los patrones y los trabajadores; éstos, que antes disfrutaban de cierta libertad para acceder a los medios de vida que ofrece el país, tienen ahora que someterse a la dura ley del salario si no quieren morirse de hambre. El trabajador, despojado de toda otra cosa, no puede ofrecer a cambio de los medios de subsistencia que necesita, más mercancía que su fuerza de trabajo; y su fuerza de trabajo es comprada (…) por el capitalista al más bajo precio posible (…) La existencia de la población trabajadora viene así a depender de leyes idénticas a las que rigen la producción y el cambio de una mercancía cualquiera, la lana o las vacas, por ejemplo. Como en el mercado (…) el valor natural de una mercancía (…) es señalado por su precio de costo, el valor natural de la fuerza de trabajo consiste en los medios de vida necesarios para producir esa fuerza. Es decir, el jornalero (trabajador) no recibe como recompensa el producto de su trabajo, ni un valor equivalente, sino la parte que le es estrictamente necesaria para mantenerse (sobrevivir), para seguir sirviendo como animal de carga. Todo lo demás se lo apropia el capitalista, cuya ocupación principal es la de gastar ese exceso de bienes de una manera más o menos antisocial.
Seguidamente advertirá: “Y no hay que hacerse ilusiones (…). A medida (…) que se caracterice la producción capitalista, los salarios van a bajar a su mínimo posible.” Sigue: “Pero la ley tiránica del salario, cuyo solo enunciado muestra que el asalariado no es más que una forma de esclavitud, no ha venido sola. Su acción es ayudada por todos los otros males que trae consigo el capitalismo.”
“La Bolsa, la especulación, el capitalismo improductivo hacen ya su gran papel en la marcha económica del país. El trabajador cuyo salario se acerca lo más posible a sus indispensables medios de subsistencia, sufre todavía los efectos del agio (una suerte de usura que se obtiene del cambio de moneda, o de descontar letras, pagarés), que dirigido por los capitalistas, tiende con la subida del oro a deprimir más y más los salarios”.
“El país, desde que ha entrado en la danza de los millones del comercio universal, ha entrado también en la serie de crisis periódicas, propias de la época capitalista, crisis en que siempre los que sufren son los más chicos. En la última, en la de 1889/90, los grandes capitales han absorbido todos los ahorros de la clase trabajadora. Tres grandes bancos en que los obreros depositaban la pequeña parte de sus salarios del que habían podido privarse, han quedado saqueados por personajes de todas clases, ministros, generales, vicarios, gobernantes, diputados, etc. No hay necesidad de decir que estos se han concedido después (a sí mismos) condiciones de pago que hacen ilusoria toda esperanza de cobro por parte de los trabajadores despojados”.
“La política es la alternativa del pillaje y la plutocracia. A la época de Juárez y del politiquero ladrón ha sucedido la época del candidato millonario en el que la posesión de muchos millones es la única garantía de capacidad para dirigir la cosa pública. Los Pereyra, los Unzué, los Udaondo, (hoy Macri, Roca, Bulgheroni) tan ricos que no tendrían por qué robar, son hoy los preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya única aspiración política es que sus vacas y sus ovejas se multipliquen sin tropiezo.”
“Puesta en esas manos la dirección económica del país, no es de asombrarse que todas las leyes tengan el más marcado carácter de leyes de clase, y sean calculadas en bien de los propietarios. Entre nosotros, la clase trabajadora es la que paga bajo la forma de derechos de aduana (impuestos) casi todas las entradas del presupuesto, mientras que el suelo, que es la cosa imponible por excelencia, paga una contribución irrisoria. El obrero que gasta en artículos de importación de primera necesidad 200 pesos al año, paga al fisco o al fabricante nacional protegido la mitad de esa suma como derecho de aduana o como ganancia, lo mismo que paga de contribución el propietario de una legua (más de 2.000 hectáreas) de campo”.
…
“A una clase rica y ociosa cuya única ocupación es variar y ostentar su lujo insolente, hace contraste una clase laboriosa, que después de una vida entera de trabajo no tiene más perspectiva que la miseria.”
…

Finalmente, este editorial de Juan B. Justo dará los motivos por los que iniciaron la edición de La Vanguardia. Selecciono algunos párrafos:
“Venimos a promover todas las reformas tendientes a mejorar la situación de la clase trabajadora; la jornada legal de 8 horas, la supresión de los impuestos indirectos, el amparo de las mujeres y de los niños contra la explotación capitalista (…).”
“Venimos a fomentar la acción política del elemento trabajador (…) como único medio de obtener esas reformas.”
“Venimos a combatir todos los privilegios, todas las leyes que, hechas por los ricos en provecho de ellos mismos, no son más que medios de explotar a los trabajadores, que no las han hecho.”
Hoy, 7 de abril de 2025, en momentos históricos en que la economía mundial capitalista cruje tras los aranceles de Donald Trump, en que se manifiesta la caída de la hegemonía de la sociedad capitalista, en que nuevos horizontes se vislumbran signados por la multipolaridad, en que el factor de madurez y equilibrio viene de oriente representado por el socialismo chino (y el de algunos países nórdicos); hoy, donde los conocimientos científicos se multiplican, las innovaciones tecnológicas todo lo cambian y las fuerzas productivas de bienes y servicios para un buen vivir están en su esplendor, etc.; hoy, que podemos pensar que la abundancia responsable es una posibilidad para todos y cada uno, etc., vemos que nuestras clases dominantes ejercen el “pillaje y la plutocracia” igual que hace 131 años atrás.
En esta semana –del 7 de abril de 2025- en que la CGT (con sus luces y sus sombras) está planteando un “paro general” (expresión de resistencia frente a la decadencia de un sistema que no encuentra una salida satisfactoria), en éste tiempo en que la planificación democrática y orientativa entre los Estados puede abrir un horizonte de certidumbre y bienestar para los pueblos (frente a un anarcocapitalismo enfermo de avaricia, atrasado y decadente) resulta una oportunidad ideal para homenajear a los precursores de un mundo nuevo, más justo, más sano, más prospero y evolucionado. Por eso quiero expresar mi gratitud para aquellos que sembraron la Argentina con semillas humanistas, ambientales y progresistas.
Finalmente debo recordar que el Dr. Juan B. Justo vendió su coche particular y la medalla de oro (lograda en la Universidad) para financiar la edición de La Vanguardia. Lo hizo junto al esfuerzo y sacrificio de sus otros compañeros, para que la clase trabajadora argentina contara con un periódico defensor de sus intereses y portador de un futuro mejor para todos.
Hoy, frente a los detractores del socialismo argentino por interés o por ignorancia, a los que trataron por todos los medios de desalentar la posibilidad de construir un nuevo orden fundado en la Justicia Social, el cuidado del ambiente y el Progreso material cuidadoso, nuestro homenaje más emocionado y sincero.
Por la inspiración que pueda portar este recuerdo para asociarse, crear un medio de comunicación, sostener una mirada crítica y ser difusores de ideas e ideales por un mundo nuevo, con toda la fuerza: “¡Viva La Vanguardia! Periódico Socialista Científico, Defensor de la Clase Trabajadora”.
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