De la serie: número 70
Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
Patria o colonia. Revolución o contrarrevolución
Si no sabemos qué es el ser, no entendemos qué es la patria y desconocemos para qué la revolución; entonces avanza el no ser, se hace realidad el neocolonialismo y la contrarrevolución disfruta su festín.
Cred.: redeco.com.ar
Si alguien cree que los términos usados pertenecen al mundo abstracto de las ideas, le respondo que el mundo abstracto de las ideas opera sobre la realidad en forma concreta. Y que, conforme se mueva hacia un lado u otro, afectará la vida cotidiana de las personas. Nadie está ajeno al influjo potente de esta dicotomía.
Los países con tradición imperialista, colonialista o supremacista no tienen esta contradicción. Tienen otras, cualitativamente distintas. Pero algunos estados (que hemos nacido desde el vientre de una potencia colonial al autogobierno y la independencia), sentimos (en ese desafío) una suerte de desprotección, de miedo a la libertad, de desorientación. Esa sensación parece impulsarnos a caer rendidos en los brazos de cualquier potencia extranjera, para sentirnos seguros, perder el miedo y encontrar una guía (claro que, desde un visión economicista, esta es una característica de clase, propia de la oligarquía y de los sectores privilegiados, porque al síndrome descripto suman sus intereses materiales. Pero si este sentimiento no estuviera extendido en vastos sectores de nuestra población, difícilmente se hubieran afianzado procesos regresivos, reaccionarios, neocolonialistas, enfrentados a la constitución de la Patria Grande, etc. Opuestos, además, al desarrollo de una identidad nacional. Por otro lado, cambiando la constelación de potencias, esto también sucede en sectores del campo popular y de la izquierda).
Los polos de la contradicción
Si los principios democráticos nos llevan a pensar en el beneficio del mayor número para el bien de todos, sin duda “ser, Patria y revolución” es la tríada a la que nos volcaremos. Sí, en cambio, lo que prevalece es una sensación de “inseguridad, servil, elitista y oligárquica“, “no ser, neo colonia y contra revolución” será más atractiva.
Situados los polos de la contradicción no deberíamos encandilarnos. En el tránsito por el río de la vida, las dos orillas pueden ser tentadoras para unos y otros. Pero son de imposible realización en términos absolutos. Se expresan como tendencias que van a dar la impronta de un tiempo histórico. Puertos a los que no habrá amarre que valga. Seguiremos un curso más cercano a una u otra orilla. Ahí reside la verdadera disyuntiva de este tránsito colectivo por la vida. Y buena parte de la suerte de cada uno. Ser o no ser…
Cred.: Beatriz Maró Ilustradora
Ahora ¿Con que espíritu se realiza el Ser?
Alguien dijo: “Seamos un alma y lo demás vendrá por añadidura”. En este sentido no encuentro palabras más precisas y bellas que las de nuestra poeta Eladia Blázquez:
(…)
“Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber
adormecida…
Merecer la vida no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas…”
Dice a continuación:
“¡Es una virtud, es dignidad!
y es la actitud de identidad ¡más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir
porque no es lo mismo que vivir…
¡Honrar la vida!”
Interesante. Desde lo espiritual, “no ser” es “una conciencia sin saber, adormecida”, es “callar y consentir, tantas injusticias repetidas”. En cambio “ser”: “es una virtud, es dignidad y es… identidad”.
¿Y el ser que realiza el alma?
Es el pueblo. El pueblo es una comunidad que habita un territorio común, que produce e intercambia medios de vida, que convive en la vecindad (más allá de las distancias), que genera afectos (odio y cariño) en la que prevalece una lengua (aunque conviva con otras muchas regionales o barriales); que tiene un vínculo amoroso y económico con la madre tierra; que admira a sus padres fundadores; que tiene un pasado que lo identifica (más allá de las diferencias); que posee creencias religiosas similares; que reconoce música, costumbres, tradiciones, leyendas, escritores, artistas, científicos, productores, industriales, maestros y maestras… que al evocarlos les conmueve el corazón. Es memoria colectiva sobre hazañas históricas (aunque no las haya protagonizado); es el deporte que lo identifica (con sus héroes deportivos); son las instituciones (nacionales, provinciales o municipales); son las múltiples asociaciones libres del pueblo (cooperativas, sociedades de fomento, clubes, sindicatos, grupos profesionales, empresarios, etc.). Esa es la materia del espíritu.
Tan inconcebible es un pueblo sin alma, como un alma sin pueblo. La conformación de un pueblo es un proceso histórico. “Ser” es su reafirmación. “No ser” su disolución.
Pasado y destino comunes
El pasado nos trajo hasta aquí. Con sus luces y sus sombras (injusticias, aberraciones y tantos daños contra la humanidad). Somos eslabones en la vida del pueblo. Sobrevivientes que hasta aquí llegamos. Ocurre que no alcanza con un pasado común y un presente miserable con un horizonte en cada fin de mes. Necesitamos recuperar el “alma original de nuestro himno nacional“: “Sean eternos los laureles, que supimos conseguir: coronados de gloria vivamos ¡o juremos con gloria morir!)
Necesitamos un futuro, un proyecto, una aspiración, una esperanza común. Para que cada uno se realice como condición para la realización de todos.
¿Y la identidad?
¿Dónde encontramos la identidad de nuestro ser? Diría en la multitud de grandes y pequeños episodios e ideas que fueron conformando, durante más de dos siglos, el proceso de constitución de nuestra Patria.
En ese enjambre de episodios e ideas, lleno de contradicciones, con múltiples interpretaciones, documentos varios, etc. ¿Podemos encontrar una guía para “la conciencia sin saber” o “adormecida” para recuperar el ser? Personalmente creo que sí. Esa guía la podemos encontrar en muchos lados. Podemos buscar “el ser” en los hechos y en los dichos.
Los hechos
Propongo algunos que fueron definiendo nuestro “ser”: la gestación de la democracia en los Cabildos de la colonia, la victoria en la primera y segunda invasión inglesa a Buenos Aires, el papel de los pueblos originarios, la revolución de Mayo, las batallas por la Independencia y su legado -todavía incumplido, de la Patria Grande, soñado por José de San Martín y Simón Bolívar-, el éxodo jujeño, la lucha por abolir la esclavitud, las prácticas revolucionarias del federalismo popular y democrático -que con Artigas señaló el camino de la unidad y la liberación-, el cruce de los Andes, la resistencia al regreso colonialista con la tercera invasión inglesa -apoderándose en 1933 por la fuerza de nuestras islas Malvinas y volviendo en 1982, a través del “crimen de la guerra”-, la Vuelta de Obligado, el proceso de institucionalización de la Unidad Nacional, la dignidad de nuestra política exterior, las luchas revolucionarias por el sufragio universal y el ejercicio sagrado del voto, la idea del partido socialista -de cambiar el orden existente por otro más justo y progresista-, las luchas del movimiento obrero y popular en el Centenario de 1910, en la Semana Trágica de enero de 1919 y en la Patagonia Rebelde de 1921; la lucha de los estudiantes y la Reforma Universitaria de 1918; la masificación del conocimiento y la cultura, nuestros premios Nobel, el surgimiento y desarrollo de las organizaciones sindicales, las cooperativas, las universidades populares generadas por el socialismo, el anarquismo y más tarde el peronismo; el 17 de Octubre de 1945, los avances en los derechos de los trabajadores, los programas obreros de La Falda de 1957, de Huerta Grande de 1962 y el Programa del 1° de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos, las resistencias frente a las proscripciones electorales, la creación de los organismos en defensa de los derechos humanos -frente a la violencia del régimen-, las luchas contra las dictaduras, las madres de Plaza de Mayo, los héroes de Malvinas, el juicio sobre la deuda externa…., la recuperación democrática de 1983, las puebladas frente a la reconversión colonial de los 90 …y todas las luchas por la vida, la dignidad y la soberanía que ha protagonizado nuestro pueblo desde entonces.
Tenemos materia de sobra para ser, mostrar identidad, tener una Patria que nos llene de orgullo.
Sí, vendrá de abajo o no vendrá. San Martín dijo: “Los ricos y los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la batalla, me dicen que enviaran tres sirvientes por cada hijo para no tener que pagar las multas, dicen que a ellos no les importa seguir siendo colonia. Sus hijos quedan en sus casas gordos y cómodos, un día se sabrá que esta Patria fue liberada por los pobres, y los hijos de los pobres, nuestros indios y los negros, que ya no volverán a ser esclavos”.
Las ideas
Además de los hechos, podemos descubrir “el ser” en muchos escritos, discursos, poemas o canciones. Son tantos… En muchos casos será necesario recortarlos. No para reescribir la historia desde una visión sesgada. No para edulcorar lo que está escrito. Sino para podarle las ramas necrosadas (porque fueron el fruto de luchas apasionadas de un momento extinguido) y poder rescatar lo que tienen de esencial, aquello que unifica, fortalece, resulta virtuoso y nos proyecta al porvenir.
Ésa es una tarea de este tiempo histórico para quienes nos definimos por el ser, la Patria y la revolución. Cada uno rastreando el ser en la diversidad de autores que iluminan el mundo de las ideas. Si somos muchos, la tarea de reconstrucción será más rápida y sencilla, frente a tanto alineamiento apátrida.
Necesitamos retomar la Revolución
Yo elijo unos párrafos del “Dogma Socialista”, escrito por Esteban Echeverría en la década de 1830. Creo que a partir de ellos podemos obtener mucha información para ratificar la voluntad de “ser, de Patria y de revolución”. Lo digo porque Argentina ha sido tan degradada que la palabra “cambio” se volvió el “no ser”. Ya no es un “cambio” lo que necesitamos. Es una revolución, sostenida en valores y principios. Del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, nacional, latinoamericana y humanista.
Van estas líneas, el lector me dirá si está de acuerdo.
Asociación
“Sin asociación no hay progreso, o más bien ella es la condición forzosa de toda civilización y de todo progreso”.
“No puede existir verdadera asociación sino entre iguales”. La desigualdad engendra odios y pasiones que ahogan la confraternidad y relajan los vínculos sociales.
Para que la asociación corresponda ampliamente a sus fines, es necesario organizarla y constituirla de modo que no se choquen ni dañen mutuamente los intereses sociales y los intereses individuales, o combinar entre sí estos elementos: el elemento social y el individual, la patria y la independencia del ciudadano. En la alianza y armonía de estos dos principios estriba todo el problema de la ciencia social.
“La política debe encaminar sus esfuerzos a asegurar por medio de la asociación a cada ciudadano su libertad y su individualidad”.
“La sociedad debe poner a cubierto la independencia individual de todos sus miembros, como todas las individualidades están obligadas a concurrir con sus fuerzas al bien de la patria”.
“La sociedad no debe absorber al ciudadano, o exigirle el sacrificio absoluto de su individualidad”. El interés social tampoco permite el predominio exclusivo de los intereses individuales, porque entonces la sociedad se disolvería, no estando sus miembros ligados entre sí por vínculo alguno común.
“Ninguna autoridad legítima impera sino en nombre del derecho, de la justicia y de la verdad. A la voluntad nacional, verdadera conciencia pública, toca interpretar y decidir soberanamente sobre lo justo, lo verdadero y lo obligatorio; he aquí el dominio de la ley positiva”. Pero más allá de esa ley y en otra esfera más alta, existen los derechos del hombre, que siendo la base y la condición esencial del orden social, se sobreponen a ella y la dominan.
“Para ejercer derechos sobre sus miembros, la sociedad debe a todos: justicia, protección igual y leyes que aseguren su persona, sus bienes y su libertad”.
“La institución gobierno no es útil, moral y necesaria sino en cuanto propende a asegurar a cada ciudadano sus imprescriptibles derechos, principalmente su libertad”.
“La perfección de la asociación está en la razón de la libertad de todos y cada uno”: Para conseguirla es necesario predicar fraternidad, desprendimiento, sacrificio mutuo entre los miembros de una misma familia. Es necesario trabajar para que todas las fuerzas individuales, lejos de aislarse y reconcentrarse en su egoísmo, concurran simultánea y colectivamente a un fin único: al progreso y engrandecimiento de la nación.
“El predominio del individualismo nos ha perdido. Las pasiones egoístas han sembrado la anarquía en el suelo de la libertad, y esterilizado sus frutos; de aquí resulta el relajamiento de los vínculos sociales: que el egoísmo está entrañado en todos los corazones y muestra en todas partes, su aspecto deforme y ominoso; que los corazones no palpitan al son de las mismas palabras, y a la vista de los mismos símbolos; que las inteligencias no están unidas por una creencia común en la patria, en la igualdad, en la fraternidad y la libertad”.
“Asociación, progreso, libertad, igualdad, fraternidad, términos correlativos de la gran síntesis social y humanitaria“: símbolos divinos del venturoso porvenir de los pueblos de la humanidad.
El camino para llegar a la libertad es la igualdad, y ambas se instituyen como los principios engendradores de la democracia.
La democracia es, por consiguiente, el régimen que nos conviene, y el único realizable entre nosotros.
Esteban Echeverría (Buenos Aires, 2 de septiembre de 1805 – Montevideo, 19 de enero de 1851), escritor y poeta argentino, perteneciente a la “Generación del ’37”, y autor de obras como: <<El Dogma socialista>>, <<La cautiva y El matadero>>, (entre otras).
Progreso
La revolución para nosotros es el progreso
Cada pueblo tiene su vida y su inteligencia propia. Del desarrollo y ejercicio de ella, nace su misión especial, la cual concurre de lleno a la misión general de la humanidad. Esta misión constituye la nacionalidad. La nacionalidad es sagrada. Un pueblo que esclaviza su inteligencia a la inteligencia de otro pueblo, es estúpido y sacrílego. Un pueblo que se estaciona, y no progresa, no tiene misión alguna, ni llegará jamás a constituir su nacionalidad.
Fraternidad
“Por la ley de Dios y de la humanidad todos los hombres son hermanos. Todo acto de egoísmo es un atentado a la fraternidad humana.”
“La fraternidad humana es el amor mutuo, o aquella predisposición generosa que inclina al hombre a hacer a los otros lo que quisiera que se hiciese con él”.
El egoísmo es la muerte del alma. El egoísta no siente amor, ni caridad, ni simpatía por sus hermanos. Todos sus actos se encaminan a la satisfacción de su yo; todos sus pensamientos y acciones giran en torno a su yo y el deber, el honor y la justicia son palabras huecas y sin sentido para su espíritu depravado. La fraternidad es la cadena de oro que debe ligar todos los corazones puros y verdaderamente patriotas: sin esto no hay fuerza, ni unión, ni patria.
Igualdad
“Por ley de Dios y de la humanidad, todos los hombres son iguales.”
“La igualdad consiste en que… derechos y deberes sean igualmente admitidos y declarados por todos, en que nadie pueda substraerse a la acción de la ley que los formula, en que cada hombre participe igualmente del goce proporcional a su inteligencia y trabajo. Todo privilegio es un atentado a la igualdad”. No hay igualdad donde la clase rica se sobrepone y tiene más fueros que las otras, donde cierta clase monopoliza los destinos públicos, donde las contribuciones no están igualmente repartidas y en proporción a los bienes e industria de cada uno, donde la clase pobre sufre sola las cargas sociales más penosas…
“La sociedad o el poder que la representa, debe a todos sus miembros igual protección, seguridad, libertad (…)“.
La potestad social no es moral ni corresponde a sus fines sino que protege a los débiles, a los pobres y a los menesterosos, es decir, si no emplea los medios que la sociedad ha puesto en su mano para realizar la igualdad.
Ilustrar a las masas sobre sus verdaderos derechos y obligaciones, educarlas con el fin de hacerlas capaces de ejercer la ciudadanía y de infundirles la dignidad de hombres libres, protegerlas y estimularlas para que trabajen y sean industriosas, suministrarles los medios de adquirir bienestar e independencia; he aquí el modo de elevarlas a la igualdad.
La única jerarquía que debe existir en una sociedad democrática, es aquella que trae su origen en la naturaleza, y es invariable y necesaria como ella: la inteligencia, la virtud, la capacidad, el mérito probado: he aquí las últimas jerarquías de origen natural y divino. El dinero jamás podrá ser un título, si no está en manos puras, benéficas y virtuosas. El problema de la igualdad social, está empeñado en este principio: “A cada hombre según su capacidad, a cada hombre según sus obras”.
Libertad
Por la ley de Dios y de la humanidad todos los hombres son libres
“La libertad es el derecho que cada hombre tiene para emplear sin traba alguna sus facultades en el conseguimiento de su bienestar y para elegir los medios que puedan servirle a este objeto”: El libre ejercicio de las libertades individuales no debe causar extorsión ni violencia a los derechos de otro… la libertad humana no tiene otros límites.
El cristianismo
El cristianismo trajo al mundo la fraternidad, la igualdad y la libertad y, rehabilitando al género humano en sus derechos, lo redimió. El cristianismo es esencialmente civilizador y progresivo.
“Amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos” y “amad a vuestros enemigos”, ha dicho y proclamado Cristo…
Continuación de las tradiciones progresivas de la revolución de mayo
La revolución americana, como todas las grandes revoluciones del mundo, ocupada exclusivamente en derribar el edificio gótico labrado en siglos de ignorancia por la tiranía y la fuerza, no tuvo tiempo ni reposo bastante para reedificar otro nuevo, pero proclamó, sin embargo, las verdades que el largo y penoso alumbramiento del espíritu humano había producido, para que sirviese de fundamento a la reorganización de las sociedades modernas.
Los revolucionarios de mayo sabían que la primera exigencia de América era la independencia de hecho de la metrópoli, y que para fundar la libertad era preciso emancipar primero la patria. Absortos en ese pensamiento, echaron, sin embargo, una mirada al porvenir y bosquejaron de paso a las generaciones venideras el plan de la obra inmensa de la emancipación argentina. En sus decretos y leyes, improvisadas en medio de los azares de la lucha y del estrépito de las armas, se hallan consignados los principios eternos que entran en el código de todas las naciones libres. Por ej.: La libertad individual de expresar y publicar las ideas sin previa censura. Ellas dicen “que el cuerpo social debe garantir y afianzar los derechos del hombre, aliviar la miseria y desgracia de los ciudadanos y propender a su prosperidad e instrucción; que la ignorancia es causa de la inmoralidad que paga todas las virtudes y produce todos los crímenes; que las cárceles son para seguridad, no para castigo de los reos; que el crimen es la infracción de la ley vigente; que todo ciudadano debe sobrellevar cuantos sacrificios demande la patria en sus necesidades y peligros, sin que exceptúe el de la vida; y que por su parte cada ciudadano debe contribuir al sostén y conservación de los derechos de sus conciudadanos y a la felicidad pública, que un habitante…, ni ebrio, ni dormido debe tener inspiraciones contra la libertad de su patria”; en fin, declaran que sólo el pueblo es el origen y creador de todo poder.
La soberanía pasó de los opresores a los oprimidos, de los reyes al pueblo, y nació de repente en las orillas del Plata la democracia y la democracia crecerá, su porvenir es inmenso.
Independencia de las tradiciones retrógradas que nos subordinan al antiguo régimen
Un orden político nuevo exige nuevos elementos para constituirlo. Las costumbres de una sociedad fundada sobre la desigualdad de clases, jamás podrán fraternizar con los principios de igualdad democrática.
(…) “la democracia exige acción, innovación, ejercicio constante de todas las facultades del hombre, porque el movimiento es la esencia de la vida”.
(…) “en una sociedad democrática solo son dignos, sabios y virtuosos y acreedores a consideración, los que propenden con sus fuerzas naturales al bien y la prosperidad de la patria”.
Organización de la patria sobre la base democrática
La igualdad y la libertad son los dos ejes centrales, o más bien, los dos polos del mundo de la democracia.
La democracia parte de un hecho necesario, es decir, de la igualdad de clases, y marcha con paso firme hacia la conquista del reino de la libertad más amplia, de la libertad individual, civil y política.
La democracia no es una forma de gobierno, sino la esencia misma de todos los gobiernos republicanos o instituidos por todos para el bien de la comunidad…
La democracia es el régimen de la libertad, fundado sobre la igualdad de clases.
Todas las asociaciones políticas modernas tienden a establecer la igualdad de clases, y puede asegurarse, observando el movimiento progresivo de las naciones “(…) que el desenvolvimiento gradual de la igualdad de clases es una ley de la Providencia, pues reviste sus principales caracteres; es universal, durable, se substrae de día en día al poder humano, y todos los acontecimientos y todos los hombres conspiran sin saberlo a extenderla y afianzarla”.
La democracia camina al nivelamiento de las condiciones, a la igualdad de clases
La igualdad de clases envuelve la libertad individual, la libertad civil y la libertad política. Cuando todos los miembros (…) estén en posesión plena y absoluta de estas libertades, y ejerzan de mancomún la soberanía, la democracia se habrá definitivamente constituido sobre la base incontrastable de la igualdad de clases.
–Fin de la selección de párrafos del Dogma Socialista de Esteban Echeverría-.
Creo que son parte constitutiva de nuestro ser. Debemos incorporar otros –dado que estos van a cumplir 200 años- pero sin alterar la esencia de estos.
Los ricos usan a sus sirvientes para confundir, difundiendo ideas contrarias a la esencia de nuestro ser. Es una lucha. Ellos con sus privilegios. Nosotros con la asociación, la igualdad, la fraternidad y la democracia. Esta lucha entre el “no ser”, “la colonia” y “la contrarrevolución” contra el “ser, la Patria y la revolución”, está en pleno desarrollo. Con final incierto.
Mucho depende de cada uno.