Sabemos que estos empréstitos no son para levantar fábricas, desarrollar la ciencia y la tecnología, construir hospitales o escuelas, fortalecer la infraestructura, etc. Son empréstitos para la fuga de capitales, facilitar la remesa de utilidades de los bancos y las grandes empresas, destinar recursos a la impagable deuda externa y diseñar una arquitectura de país al servicio del capital más concentrado.
Es el saqueo, así de sencillo (6)
Por Mario Mazzitelli para Argentina en Red
La deuda externa.
Si una deuda es contraída a una tasa de interés superior a la tasa de crecimiento de la economía real, sin capacidad de pago en un tiempo razonable; el empobrecimiento y la ruina son las consecuencias inexorables.
Si la deuda corre a la velocidad de la liebre y la economía real a la de una tortuga (que a diferencia de la fábula, en éste caso ambas corren sin detenerse) por mucha ventaja que le lleve la tortuga, la liebre finalmente la alcanzará y la pasará.
La liebre y la tortuga
Puede ocurrir que, cuando la tortuga sienta la respiración de la liebre en su nuca, entregue parte de su patrimonio (economía real) para que la liebre vuelva a darle una ventaja transitoria. Pero repetida la historia una y otra vez, el desenlace será fatal. La tortuga será despojada de su patrimonio y con suerte sobrevivirá con los créditos a mayor tasa de interés que le ofrezca la liebre.
Para colmo, si la pobre tortuga le dio “el dinero prestado” a su caballo preferido, a un bulldog desatado y a un gato perezoso (que son más amigos de la liebre que de la tortuga) el gasto parasitario empeorará la situación.
Mientras ellos se gastan el dinero de fiesta en fiesta; la tortuga trabajará sin descanso. Y, como el dinero no alcanza, le dirá una y otra vez a su población “que hay que ajustarse el caparazón“. Vivir peor para seguir pagando. O, como bien dijo un cuervo: “vivir pagando para morir debiendo”.
Las tortugas son tranquilas y no se conoce en ellas el espíritu de rebeldía. Pero tanta incomodidad parece inquietarlas. Para evitar que se empiecen a despertar ideas “inconvenientes” en esta comunidad, la liebre convocó a unos elefantes para distraerlas y también a unos monitos de circo para entretenerlas.
Parece no alcanzar. Un viejo zorro observa que “esto no será para siempre”; mientras un tero canta “…a cada chancho no hay duda le llega su San Martín” y un cerdo malhumorado se pregunta si también a la liebre ¿Le llegará su San Martín?
Dejando a un lado la voz de los animales, en 2022 escribí las siguientes líneas:
“Solución soberana al problema de la deuda externa”
El 11 de octubre de 1922 (en un discurso extenso y memorable del que extraemos tan solo unos párrafos) José Ingenieros explicaba “en pocas líneas el sistema general de la conquista”.
“El capitalismo….quiere especular con menos riesgo o con más seguridades…quiere garantizar, sin dudas y sin temor, la inversión de su dinero…para conseguirlo azuza al gobierno…y el plan es ofrecer un empréstito (crédito) que es tomado por la inexperiencia o la torpeza de sus gobernantes; y puesto ése primer eslabón de la cadena, cuando, por causa de esa hipoteca del porvenir nacional, reaparece el estado de insolvencia del tesoro público, se ofrece otro empréstito; pero se exigen mayores garantías, y empréstito tras empréstito, en el momento de crisis más aguda, se toman en prenda las aduanas de la nación endeudada (en nuestro caso las empresas públicas estratégicas). Tras esa garantía, viene la fiscalización económica de todos los resortes de la producción que tiene el gobierno deudor; y tras la dirección plena y absoluta de la dirección económica,…surge la injerencia política directa…”
José Ingenieros (nacido como Giuseppe Ingegnieri; Palermo, Italia, 24 de abril de 1877 – Buenos Aires, 31 de octubre de 1925) fue médico, psiquiatra, psicólogo, criminólogo, farmacéutico, sociólogo, filósofo, masón, teósofoescritor y docente ítalo-argentino. Su libro Evolución de las ideas argentinas marcó rumbos en el entendimiento del desarrollo histórico de Argentina como nación. Se destacó por su influencia entre los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918.
Sigue José Ingenieros:”…el peligro no comienza en la anexión, como en Puerto Rico; ni en la intervención, como en Cuba; ni en la expedición militar, como en México; ni en el pupilaje, como en Nicaragua; ni en la secesión territorial, como en Colombia; ni en la ocupación armada, como en Haití; ni en la compra, como en las Guyanas. El peligro, en su primera fase, comienza en la hipoteca progresiva de la independencia nacional mediante empréstitos destinados a renovarse y aumentarse sin cesar, en condiciones cada vez más deprimentes para la soberanía de los aceptantes. El apóstol José Martí advirtió hace tiempo: “(…) guardémonos que la cooperación de amigos poderosos pueda transformarse en un protectorado que sea un puente hacia la servidumbre”. 11/10/1922
Como se puede observar, la presión por endeudar a un país independiente es el mejor camino a la servidumbre. Se necesita, claro está, “la inexperiencia o la torpeza (o la corrupción) de sus gobernantes”. Como también la ignorancia, la apatía o el miedo por parte de amplios sectores de la sociedad para ejecutar un mecanismo tan perverso.
Tristemente, en Argentina, la colonización de la mentalidad de muchos técnicos en economía, les hace perder la noción sobre la profundidad del tema. Se quedan en la superficie y repiten como loros: “las deudas se pagan”, “las deudas no son malas ni buenas”, “la deuda argentina es por el déficit fiscal”, “somos nosotros los responsables”.
Profesionales bien pagos para repetir vulgaridades, no son ellos las víctimas de éste mecanismo.
Aunque no el único, no podemos dejar de observar que el dispositivo financiero es el principal instrumento con el cual se subordina a una Nación Independiente. Tener una postura clara al respecto es ineludible. Las ideologías o identidades políticas (liberalismo, socialismo, radicalismo, peronismo, etc.) dicen poco respecto a éste problema de fondo. Lo que divide aguas es entre aquellos que refrendamos el acta del 9 de julio de 1816: “…que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli…” y el agregado del 19 de julio de 1816: “…y toda otra dominación extranjera“; por un lado. Y quienes creen que debemos ser un apéndice de minorías hegemónicas dominantes de viejas o nuevas potencias extranjeras.
Quienes luchamos por una Nación libre de toda dominación extranjera, no hablamos de aislarnos. Hablamos de una inserción soberana en el concierto de naciones. Desde nuestra propia identidad, defendiendo nuestros intereses, nuestra cultura, nuestros valores. Manteniendo con cada país una relación de amistad, dignidad y provecho mutuo. Sin dominar ni ser dominado, sin explotar ni ser explotado, sin sojuzgar ni ser sojuzgado.
Asociación de naciones libres donde América Latina es el primer espacio familiar para nuestro desarrollo.
Pero nos quieren divididos para dominarnos. Así en la década de 1980, hicieron caer del poder a quienes planteaban un club de países deudores. Por eso, para ser libres, debemos estar unidos y atentos.
El asunto en particular es que, puesto un gobierno “inexperto, torpe o corrupto” las tareas para hacerlo caer en la trampa humillante de la deuda externa serán sencillas: apertura irrestricta de la economía, dólar barato, tasas de interés altas, balanza comercial negativa y déficit fiscal. Desequilibradas las cuentas, con déficit fiscal y comercial, nos vemos obligados a pedir un empréstito…y así nos vamos hundiendo…desde hace décadas.
Sabemos que estos empréstitos no son para levantar fábricas, desarrollar la ciencia y la tecnología, construir hospitales o escuelas, fortalecer la infraestructura, etc. Son empréstitos para la fuga de capitales, facilitar la remesa de utilidades de los bancos y las grandes empresas, destinar recursos a la impagable deuda externa y diseñar una arquitectura de país al servicio del capital más concentrado.
Luego, ajustar las cuentas públicas un escalón más abajo y volver a empezar el ciclo. Con lo cual nos vamos empobreciendo, endeudando, no invertimos, no crecemos, no nos desarrollamos. Nos hundimos. Las grandes mayorías nacionales, en particular los jóvenes, los niños y los sectores del trabajo son las víctimas.
El gobierno de Macri fue una expresión acabada de éste tipo de gobiernos. Hasta el 2018 gozamos de “plata dulce”. Apertura económica, dólar barato, tasa de interés por las nubes, déficit fiscal, cuasifiscal y comercial. La bicicleta financiera o “Carry Trade” fue nuevamente el modo de saqueo y endeudamiento del pueblo argentino. El capital financiero parasitario entraba dólares al país, los cambiaba a pesos, los pesos los ponía a altas tasas de interés, después de un tiempo recuperaba su “capital más intereses” en pesos, con esos pesos compraba dólares obteniendo ganancias siderales. Luego elegían llevarse esos dólares especulativos fuera del país o volverlos a poner en la ruleta del parasitismo financiero creado por el gobierno “inexperto, torpe o corrupto”. Como todo tiene un final, en abril de 2018 Argentina no tenía crédito, ni bueno, ni malo; ni productivo, ni parasitario. No era un problema de confianza como argüían desde el oficialismo, era un problema de insolvencia. Todos huyeron y en abril de 2018 no había como “honrar” los “deshonrosos” compromisos asumidos.
“Reapareció el estado de insolvencia del tesoro público y se ofreció otro empréstito”.
Macri nos dijo que fue él a pedir 57.000 millones de dólares, para restablecer la confianza. Nosotros sospechamos que “la minoría hegemónica en control de la mayor potencia mundial” ya había calculado el derrumbe financiero (creado artificialmente y enmascarado en ideas liberales) y se disponía a volver a endeudar al país respaldando a sus “boys” en el gobierno, al tiempo de buscar su perpetuación en 2019. De manera que el préstamo del FMI impuesto desde la administración de Donald Trump fue una jugada maestra de aquella élite, e implementada como un pedido de nuestro gobierno “inexperto, torpe o corrupto”.
Si alguien nos reprocha que solo tenemos una sospecha les recordamos que el periodista Román Lejtman, en nota del 28 de Julio de 2020, nos informa que “Mauricio Claver, el funcionario más importante del presidente de los Estados Unidos para América Latina, explicó en un foro diplomático la decisión geopolítica que ejecutó la Casa Blanca para facilitar los créditos Stand-By y sostener el programa económico de Cambiemos antes de las elecciones”; a confesión de parte relevo de pruebas.
Por otra parte Mauricio Macri sostuvo ante periodistas de CNN: “La plata del FMI, que es la plata de los demás países, la usamos para pagar a los bancos comerciales que se querían ir porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo“; a confesión de parte relevo de pruebas.
No es que entraron bienes de capital, herramientas, tecnología o cualquier elemento que sirviera al mejor funcionamiento de la economía Argentina. Nada de nada. Muy por el contrario. Lo que se hizo fue hipotecar el futuro financiero creando una deuda artificial impagable, a partir de la cual sobreviene la “fiscalización económica de todos los resortes de la producción que tiene el gobierno deudor; y tras la dirección plena y absoluta de la dirección económica,…surge la injerencia política directa…” a través del FMI.
“Injerencia política directa” demostrada en el apoyo a un candidato a presidente (Maurico Macri) en detrimento del resto. A tal punto que al perder las primarias el FMI suspendió la remisión de los restantes 12.500 MD, quedando su aporte de campaña en 44.500 MD. Ya endeudada la Argentina viene “la fiscalización económica” con las instrucciones de “qué hacer” con nuestra economía, lógicamente en función de los intereses de las principales potencias; gobernantes reales del FMI. Por eso el Club de París tampoco acepta ningún arreglo, antes que cumplamos con las instrucciones del Fondo.
Parece un poco ingenua la postura del presidente de la Nación Alberto Fernández cuando a fines de diciembre pasado, en la UIA, sostuvo: “Le pedimos al FMI que antes de que cerremos un nuevo acuerdo, haga su evaluación de lo que fue el fallido programa Stand-By por el que se desembolsaron 44 mil millones de dólares que se mal utilizaron en pagar deuda insostenible y en financiar salida de capitales”. En realidad se “bien utilizaron” para volver a dirigir a la economía argentina desde las grandes potencias.
Poco feliz la afirmación de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner al señalar que: “Necesitamos que el Fondo nos ayude a recuperar de los paraísos fiscales donde se han ido miles de millones de dólares en evasión para que les paguemos”. Los paraísos fiscales no son lugares donde un conjunto de abogados y contadores inescrupulosos engañan a las grandes potencias. Son engranajes del mecanismo financiero global. De manera que difícilmente el FMI quiera cobrar su “empréstito” con el dinero que ellos mismos aportaron para la fuga de capitales.
Argentina debe realizar un conjunto de tareas soberanas, de las que aquí sugiero alguna:
1.- Suspender el pago de la deuda externa, durante un tiempo suficiente para su completa investigación.
2.- Convocar al Congreso para que (conforme el inciso 7, del artículo 75 de la CN) Arregle el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.
3.- Para llegar a ese arreglo debe hacer una extraordinaria y extensa auditoría de la deuda que dictamine qué proporción de la misma es legítima e ilegítima. Denunciar a todos los responsables de maniobras ilícitas, incompetentes o cuando haya colisionado el interés del funcionario público con los intereses sagrados de la nación. El principio de una solución equilibrada es conocer toda la verdad sobre esa caja negra de la corrupta deuda externa.
4.- En ejercicio de la facultad constitucional emergente del inciso 22 del artículo 75 de la CN, el Congreso debe desechar el acuerdo de 2018 del Poder Ejecutivo Nacional con el FMI.
5.- En el mismo sentido el Congreso debe denunciar los Tratados de Protección de Inversiones (humillantes para la dignidad y soberanía nacional) firmados durante los gobiernos de Menem (54) y De La Rua (4).
6.- El propio Congreso debe recuperar la jurisdicción nacional (a favor de nuestros tribunales) para todas la controversias de intereses sucedidas en el territorio argentino o que involucren los intereses del Estado Nacional y poner punto final a los litigios en el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones)
7.- Disponer una reestructuración soberana de la deuda externa e interna, para lo cual deben estipularse plazos y tasas de interés que puedan ser abordados por el país sin sacrificar los derechos del pueblo, la salud del ambiente, ni las posibilidades de crecimiento y desarrollo económico. De esta manera, se genera un horizonte de desendeudamiento total de la Argentina. Para suerte del pueblo y desgracia de los bancos, comisionistas e intermediarios y todos los cipayos de distinto pelaje que viven edulcorando éste mecanismo de saqueo.
8.- Nunca más endeudamiento externo. Los argentinos debemos pensarnos como país acreedor no deudor.
9.- Habrá que elaborar un plan de desarrollo social, ambiental y económico para los próximos 20 años. Una macroeconomía sana: con dólar alto, tasa de interés baja, equilibrio fiscal, superávit comercial, reforma monetaria, etc. más todos los ingredientes en Obras Públicas, Salud, Educación, Ciencia y Tecnología, etc. y una reforma tributaria sostenida en la Contribución Territorial como principal ingreso. Etc.
Superar la resignación y sentir que nuevamente somos dueños de nuestro destino, se logra con la responsabilidad y la audacia que los tiempos históricos le exigen a la dirigencia nacional.
PD
Un homenaje a Alejandro Olmos.
Hablar de la deuda ilícita, odiosa, fraudulenta que pesa como una cruz sobre las espaldas de la mayoría de los argentinos, es hablar de Alejandro Olmos. La valentía de haberla denunciado en abril de 1982, tiene pocos parangones. Y de haber aportado durante 18 años todos los elementos de juicio hasta que en el año 2000 el juez Jorge Ballesteros no tuviera más remedio que aceptar que no había justificación financiera, económica y administrativa, simplemente se trató de una gigantesca estafa contra el país; no tiene comparación en el mundo.
Rescato de él estas palabras
Además, para quienes quieran adentrarse en la materia, recomiendo los trabajos de Héctor Giuliano, Alejandro Olmos Gaona y Javier Llorens; entre otros tantos patriotas que ayudan a entender este saqueo continuo, permanente y tendiendo al infinito, que es la mal llamada deuda externa argentina.