Por Camila Ossorio Domecq
Domecq, me dijo, y miré extrañada
el nombre, el recurso legal, la inscripción rutinaria,
la lentitud y la percepción borrosa
la parsimonia, de cómo el arrojo -de un otro
de cómo el arrojo -de un otro
la razón, rozó miró y supo
y yo -sabía
y -nada.
Cuántas veces jugué a retomar
el principio de mi vida
y nunca volver a igual lugar.
Los planteos, correctos,
la emoción, ancestral;
la tristeza, inverosímil;
injusta, permanente
triste, injusta.
Cuántas veces rechacé el decurso real
cuántas veces rechacé el rito dogmático
-la historia me rehabilitó.-
Me he ahogado
(la historia me ahogó).
En síntesis, el aire faltaba
se cortaba, faltaba,
cómo decir:
Él, yo,
un baile lento,
un tango rehabilitado;
él, yo,
el aire faltaba, se cortaba,
¿Cómo decir?
Él, yo,
un baile lento
un tango deletreado en garabatos
un tango reventado
-de elegancia bizarra, elegancia máxima-,
de elegante blaizer azul.
¿Por qué son las cosas?
Por qué.
Por qué sí.
Por qué no.
El aire se vuelve disruptivo.
Es mentira, pero …
el aire que falta -es el tormento.
Hay recuerdos que tienen su lugar.
Hay un tiempo en que habitamos los recuerdos.
Es el tiempo que insume recordar
palabras, guiños, una voz…
Llegar a contarte y explicarte ese milagro
ése -que te digo- el milagro
mucha agua del alma de mi río
de la emoción que se desboca
ese río sigue siendo en el recuerdo
en tanto que
ya -no es.
Tal vez nos hemos acostumbrado
a vivir
tristes.
Camila Ossorio Domecq, poeta contemporánea argentina. Gentileza: Facundo Gastón Floria, fotógrafo argentino (Archivo). .
Con el aporte de la gata Luz de Sol
Será Poesía
Impactante y deliciosa. Pasillos despejados, diáfanos dónde desfilan palabras. Y actos penetrantes. Frescuras sin frío y espesores despiertos. Un alma hecha poema!!!